Germán Gómez
Germán Gómez

A quien escribe nadie lo calla

Germán Gómez
Germán Gómez

Perfil de nuevos autores en la escena.

Germán Gómez es un escritor joven, estudiante de Comunicación Social y Periodismo, columnista de este portal y de otros. Un jovencito que está inmerso en las letras sin saber cómo. Un escribiente que ha despertado un interés, entre los suyos, por lo que él llama: “mi primer intento de novela”, una pieza literaria de 126 páginas que lleva por nombre Normandía. Narra esta novela a la Ibagué nocturna, su pesadumbre, una radiografía de la cotidianidad focalizada en los fines de semana, contrastados con la quietud de los días terminados en “s”. Normandía es la recreación de la ciudad musical, vista desde los ojos de un estudiante lucido pero también bohemio.

Germán o “Germango” —abreviatura de su nombre y apellido — odia el título de escritor, porque según el “no es lo mismo trotar que ser atleta” y él escribe pero no se considera escritor. Profesa con esas frases una humildad poco cierta ya que habla de autores latinoamericanos con sorna y una seguridad que da visos de su alta estima hacia él mismo. Esa rudeza muestra que para él la literatura no es un juego y que el escribir no es un simple pasa tiempo.

Como característica muy propia Germán Gómez Carvajal tiene entre sus textos una carga de oralidad que hace que leerlo sea charlarlo. Usa el español con habilidad y los coloquialismos nuestros de una forma sonora y divertida. Muestra ideas profundas que terminan con un coloquial “si o pa qué”, “Díganme si no”, “lo llevan arreado”, “agua y mierda”, y declaraciones por el estilo.

Tengo una novela que se llama Normandía recién terminadita, es muy ibaguereña, muy nocturna, muy sencilla. Yo soy un chico de estrato tres con amigos de contrastes abismales: desde el parcero que vive a centímetros de la quebrada, hasta el tipo soltero que habita un penthouse, con piscina y hasta pa´él putas.

Esos contrastes más que acentuar diferencias me ha hecho encontrar similitudes; Un día a día muy humano, una simplificación de la vida que refleja las necesidades primordiales del hombre, distanciándolas muchísimo de lo económico. Yo trato de centrarme en eso, en la soledad, en el amor, en como los jóvenes rellenamos los días porque sí.

Yo quiero que quien lea a Normandía, en la loma o en diván, la entienda y disfrute. Quiero que se vean ahí. Con su astucia, con su malicia, con esas situaciones que nos reflejan la estupidez y malparidez”, señaló el autor.

‘Germango’ desconoce el negocio de las editoriales pero da por sentado que a su novela le esperan cosas buenas. No en lo monetario sino en lo artístico. Cree que el mercado y el negocio del libro están en decadencia, no porque la gente no lea sino, porque los escritores no escriben para la gente.

Yo creo que sí se puede vivir de hacer literatura. Hay es que revolucionar la vaina. Hay que hacer cosas buenas y que le interesen a la gente. Yo admiro a esos autores que se devuelven en el tiempo y reconstruyen lo que pasó en equis parte hace centenares de años y pues está bien…No hay lio, Pero en mi humilde e ignorante opinión, creo que la literatura colombiana será más exitosa cuando se cuente desde aquí y desde ahora. No con la línea del sicariato y todos esos dramas sangrientos que se volvieron el lugar común de la literatura juvenil.

Hay un nuevo público que quiere identificarse con lo que uno escribe y nosotros los “escritores” hablando de paisajes nórdicos y de rubias de metro noventa. Tenemos huevo. Si bien la literatura debe ser universal, yo le apuesto primero a alcanzar a los míos. Que nos leamos y nos charlemos entre nosotros, desde nuestros parques, nuestras ciudades, nuestros moteles, nuestros bares, nuestras bibliotecas. Esa localidad en últimas cumple con el fin de la literatura, hacer de la ficción una particularidad invisible que se eclipse con la realidad y de paso la oxigene. Tal vez estoy equivocado pero eso es lo que hoy me apasiona, a lo que mi pluma me lleva. Mi mano es obstinada y por el momento le haré caso.

Yo solo puedo decir que Normandía es muy nosotros y ya. Ni tan play para hablar de montes escandinavos ni tan trillada como las historias de asesinos a sueldo. Es Ibagué y su gente. Es una novela que muestra nuestras desmedidas formas de sentir y actuar, es la efervescencia parsimoniosa y volcánica de nuestros días«.

La comercialización de la novela del joven tolimense está en veremos pues en un principio pensó comercializarla como independiente, motivado e inspirado por una chica escritora, Violeta Luna que imprime y comercializa su último libro, sola.

Hoy Germán replantea la idea pues se ha enterado de la comodidad que puede dar una editorial y quiere darse tiempo para pensar el paso siguiente, como administrador y vendedor prefiere escribir. Anda con los bolsillos inflados. Dinero no carga mucho y lo lleva de forma desorganizada, 30 mil pesos en billetes de baja denominación hechos un acordeón por un escritor disperso que no mira las devueltas cuando se le entregan.

Es Germán un poco soberbio pero curiosamente amable, un tanto impuntual pero talentoso, comprometido siempre con lo que le incumbe con lo que lo mueve: Ha abierto un espacio en A la luz Pública para exponer nuevos escritores en la escena local y hoy le toco su turno.

¿Para usted que es la literatura?

La literatura es la más sensata de las artes junto a la música. Para crear y recrear la realidad del ser humano mediante la escritura se necesita tan solo papel y lápiz, ingenio y teclado. Es el arte de escribir, un espectro amplio donde cabemos todos, el espectro se cierra solo para quien no lee, y es que cada vez somos menos los que nos entretenemos leyendo. Y quien no lee está impedido a escribir.

A mí me gusta la literatura porque puede uno tener conversaciones profundas con personajes de la época que quiera, con quien se le antoje: Yo a ratos en el colegio o en la Universidad, sentía un desprecio enorme por las clases convencionales, de profes convencionales. Me valían cinco.

Cuando uno lee a alguien ¡charla con ese alguien! y después de uno entrar en conversación con Juan Rulfo y sus personajes, el profesor de dictado que corregía con lápiz rojo, se convertía en un pelmazo (risas). Costaba mucho pararle bolas a un profe cuando el escritor mexicano tenía todo el ‘carretazo’ por echar.

El autor

La literatura e incluso la filosofía, me distraía constantemente de esas dinámicas formativas en las que nunca encajé, ni encajó. A mí me gusta leer como actividad recreativa por ende lo impuesto nunca caló en mí. Con Normandía nos vamos a encintar todos porque todos estamos ahí.

La novela solo la ha leído una amiga y mi mamá, mi amiga, sin intención premeditada se encontró en el texto. Yo no pretendí nunca que ella se viera en Xiomara (un personaje de la novela) pero se vio. Mi mamá no se encontró en la novela porque en Normandía no hay señoras con vocación de ángeles, que apapachen y quieran.

No es porque sea mi novela pero está muy buena. Yo la amo. Normandía sin lugar a dudas es lo mejor que he hecho con el abecedario. Son 126 páginas que me permitieron jugar y aprender, desahogarme, juzgarme, juzgar y apreciar. Un proceso de escritura que tardó un poco más del año, unas líneas que se escribieron con enojo, con alegría, con lágrimas, con sevicia, con desparpajo. Un collage emotivo que hace de Normandía un coctel sabroso.
Un coctel que de todo, te deja mucho.

Germán compartió unas líneas de su primera novela en su cuenta de Facebook y aquí las replicamos: Parece ser una carta de un personaje a otro.

«Sos la complejidad de vivir hecha mujer, la aparición deconstructiva de cualquier cosa. Según tu :La medicina es una ciencia que juega al acierto y al error. Todos los futbolistas son malísimos y todas las modelos son putas. La literatura es un hobbie burgues, el deporte es un esnobismo, la matemática una abstracción y la política, el recreo donde los encorbatados juegan a quien se lleva el mando y quien administra el Botín.
No comes carne porque son la vaca y el cerdo, tus hermanos, pero eres bien déspota con tu hermanito menor a quien a duras penas medio saludas. Vives identificando lo malo y señalando lo peor pretendiendo armar las cosas a tu antojo con la idea de un mundo mejor.

En tus adentros, te vez gobernando y encausando gente a tus causas pero no te gobiernas ni a ti misma. Sos una maraña sin inicio y sin fin. Te crees el mejor ser humano del mundo pero no has recorrido el mundo y el humanismo que profesas es cuasi-culo semi- inservible, improductivo.

Andas por ahí vagando sin conciencia porque tu cabecita te dice que sos la chimba. Te drogás todo el día porque así creés ser más inteligente y vives corriendo de un lado para otro presumiendo estar ocupada. Ocupas tus días al tope porque tu existencia es vacía. Te llenas la cabeza con lecturas anacrónicas, humitos de todo tipo, horarios de danza y manejo retórico.

Conseguiste un gato porque es de intelectuales tener gatos y le tomás fotos de día y de noche.

Sos el postureo del otro bando y no muestras el culo ni las tetas porque no tienes, entonces muestras tus reuniones con gente importante y les hablas de tu a todas las autoridades.

Odias las redes sociales pero mantienes en ellas, dices que Normandía es un pueblito, un cagadero, pero vivís en la periferia, en el cagadero del peladero en cuestión. Comes mierda y eructas pollo.

También tenés unos ojos bonitos y una manera de esquivarme que me emputa, te escribo todo esto para que me odies más y quieras putearme en un café o en una cantinita de esas donde te quedas dormida.
-Pero quien se cree este hijueputa loco. Se preguntó Oriana. Lo citó para efectivamente putearlo. Medio exaltada, excitada, caliente […] Tomó un labial, una peineta, algo de dinero, preservativos y una pistola de mentiras con balas de verdad”.

Normandía no es un libro que tengan que leer. El día que los obliguen a leer algo, sáquenle el cuerpo rápidito. Yo creo que cada libro nace con sus lectores, yo le apuesto a la juventud de mi ciudad, todos esos que verán en

Normandía un espejo, un espejo que los diluya o refleje, un espejo que los motive o los cuestione. Yo por mi parte ya hice lo mío que es escribir, como exteriorización de toda una ola que se me vertía en la novela, una necesidad de decir y dialogar conmigo mismo con lo que veía en ese año de creación. Un cauce de mi ciudad para mi ciudad. De mi gente para mi gente .Un desocupe muy serio que terminó en Normandía.

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