Con varios aspirantes en la baraja es posible que el movimiento del alcalde de Ibagué termine roto y fragmentado.
En un año exacto se sabrá cuáles candidatos, de los muchos que se anuncian, llegarán al tarjetón, luego de surtirse el proceso de inscripción con miras a las elecciones de alcalde de Ibagué, 2023.
Por los lados del movimiento del alcalde Andrés Hurtado se han confirmado movimientos para lanzar candidaturas al Concejo de Ibagué, la Asamblea del Tolima, e incluso la alcaldía de Lérida, de donde es oriundo Hurtado y en donde su hermana fue alcaldesa.
La renuncia de Johana Aranda, exsecretaria de Salud, comienza a ambientar el movimiento de fichas en el ajedrez de la política local.
Pero amigos de la Administración Hurtado y del propio alcalde podrían tener el corazón dividido a la hora de escoger candidatos: muchos tienen aprecio y estima por Didier Fabián Blanco, exgerente de la Gestora Urbana y de la USI, quien también iría en el tarjetón el próximo año.
Blanco, abogado y sicólogo de profesión, también cuenta con amplia simpatía popular y aceptación en los barrios y comunas de la capital tolimense, sin contar con un trabajo social realizado de años atrás en la ciudad.
De hecho, la amistad de Didier Blanco y Andrés Hurtado se afianzó cuando ambos coincidieron trabajando en el Ibal. Luego, al ganar la Alcaldía en 2019, Andrés Hurtado fue recíproco y llevó a muchos de sus amigos de antaño a puestos de importancia en el gobierno Ibagué Vibra. Fue el trabajo, la gestión desarrollada por Didier Blanco y las peticiones de líderes y comuneros, lo que llevaron a este a madurar una candidatura a la Alcaldía para el próximo año, aunque esta cause resquemor para algunos sectores políticos, pues se identifica como independiente, sin jefes, y su trato es directo con la gente.
Hurtado va a ‘desmantelar’ a dos de sus principales aliados en el Concejo
No podría decirse lo mismo de Johana Aranda, quien por simple coyuntura apareció en las huestes de Hurtado, al final de la campaña. La dama además, proviene de la fami – empresa electoral de Alba Esther Ramírez que a lo largo de los años ha disfrutado de las mieles del poder con mullidos contratos y recursos. Incluso en 2019 se habló a sotto voce que esta familia brindó o prometió apoyo a otros aspirantes como Rubén Darío Correa, a Alberto Girón, derrotados por Andrés Hurtado en los comicios regionales.
Analistas de la política local estiman que la Alcaldía de Ibagué, por sí sola, con contratistas y recursos, puede llegar a endosar de 13 a 15 mil votos en una elección, capital inicial con el que un candidato debe contar para empezar a sumar y buscar otros apoyos.
Mucho más quedaría fragmentada la votación si se lanza otro candidato del gobierno de Hurtado: el exconcejal Oscar Berbeo, quien ocupaba la actualidad la Secretaría de Gobierno y que quizá entre a jugar en el partidor electoral del próximo año.
Si el propio alcalde Hurtado y la Administración se van con el ‘corazón dividido’, con más de un candidato, es posible que no lleguen no solo a sumar ni a retener la Alcaldía, sino también a no lograr la votación necesaria para los diversos anhelos electorales: Concejo de Ibagué y Asamblea del Tolima.
También es factible que candidatos independientes como Didier Blanco logren reunir el caudal político y electoral suficiente para pelear la Alcaldía en momentos en que la ciudadanía está harta de la politiquería, los grupos políticos y la intervención directa de alcaldes y funcionarios en procesos electorales. Las elecciones presidenciales donde triunfaron candidatos ajenos a los partidos tradicionales debería constituir un campanazo de alerta para futuros procesos electorales.
Restan menos de 12 meses para replantear las estrategias, corregir el rumbo, medirle el pulso a los candidatos, su capital político, su trayectoria, su aceptación en el sector popular de la capital tolimense, sus posibilidades reales de alzarse con la victoria.