La Corporación sigue presentando uno de los más bajos niveles de aceptación en la ciudadanía.
Como nuevo presidente del Concejo fue designado Carlos Andrés Castro, militante del liberalismo quien llegó al Cabildo como cuota directa y luego de cargarle la maleta por varios años al polémico dirigente y exnotario del partido rojo Rodrigo Páez Olaya.
Es de resaltar que el nuevo presidente ni siquiera tiene título profesional en área alguna del conocimiento, ya que la página en Internet del Concejo revela que apenas es un “estudiante de Derecho”.
También habrá que decirse que Castro es un lego en administración pública, y así y todo deberá dirimir los debates en el Cabildo y estudiar la legalidad de los acuerdos que presente el municipio y los otros concejales.
Andrés Castro reemplaza en el cargo a Juan Ávila Sánchez, quien estuvo a cargo del Concejo durante el primer semestre de 2017. Ávila, según sus perfiles en redes sociales, es abogado de la Universidad Autónoma, y alcanzó la curul en 2015 tras varios intentos fallidos y sucesivas ‘quemadas’.
Ávila, proviene de la Comuna Seis de Ibagué, y del sector de Ambalá, y allí afianzó un liderazgo que por varios años no le alcanzó para llegar al Concejo. En las últimas elecciones, se le apareció la Virgen, ya que lo apoyó con dinero y electores, el exconcejal y ahora empresario de la construcción y el sector inmobiliario Oscar Alexander Berbeo.
Berbeo, quedaría entonces con dos concejales, Ávila con aval del Mais (mismo partido que avaló al alcalde Jaramillo), y el liberal Ernesto Ortiz.
Sobre los presidentes del Concejo de 2017, también pesa la mácula de haber elegido personero y contralor de Ibagué que estaban inhabilitados, tema por el que ambos responden en la actualidad ante la Procuraduría Regional.
El Concejo, además sigue sin explicar su participación en la debacle de las obras para los Juegos Nacionales de 2015, donde se señala incluso que los concejales recibieron dinero, contratos y mermelada para aprobar los acuerdos que destinaron los recursos al Imdri y de allí, pagar los sobornos a la empresa española Typsa.
Así las cosas, no se espera gran oposición o debates de altura en el Concejo por parte de su más reciente designada mesa directiva, sino una labor destinada al servilismo de la administración de turno, actitud que sin duda les seguirá restando el respaldo popular y en la opinión que esperaba más de líderes frescos y supuestamente descontaminados de la vieja política que ha tenido y tiene a la ciudad en crisis.
Poner una cuota allí, un contratista acá, manejar el presupuesto de inversión del Concejo, las máximas labores a las que puede aspirar el presidente del Cabildo.