Luis Carlos Rojas Garcia
Imagen: suministrada.

Bajo la nieve

Bajo la nieve se esconde lo mismo de siempre, la misma hipocresía, las mismas malas mañas, las cosas esas que muchos seres humanos con sus traumas y demonios no han querido sanar y que reparten a manos llenas una vez se derrite la capa blanca y gélida.

Bajo la nieve están todos los pecados habidos y por haber, pecados, que no son más que las verdades de quienes aparentan ser lo que no pueden ser.

Juegan los niños sobre la escarcha blanca y ríen a carcajadas sin saber que bajo sus pies corren ríos de mierda fétida que solo esperan el momento de verlos caer para embadurnarles la existencia y de esta manera continuar la cadena de nunca jamás.

Bajo la fría nieve está lo que muchos no quieren ver, bien sea por conformismo, por desidia o por el simple hecho de no querer enfrentar la cruda realidad: “Lo que no se enfrenta te persigue a todas partes, no importa el lugar en donde quieras escapar”.

Entonces, es la nieve una suerte de tapete en donde unos y otros esconden su basura para cuando llegue la visita todo luzca impecable.

Es la nieve, la blanca y pura nieve una pantomima de quienes en ella encontraron la mejor manera de pecar sin ser descubiertos, porque en el paraíso y su nieve, la apariencia vale más que mil palabras, que mil acciones y que todo lo demás.

Esperaremos entonces a que se derrita la nieve y que el hediondo olor que emana de las profundidades ponga al descubierto a todos esos diantres de mejillas sonrojadas, los mismos que ahora posan para la foto y que vociferan feliz navidad, feliz año nuevo y prosperidad.

Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.

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