El 31 de enero de 1906 se registró un terremoto de magnitud 8.4 a 20 km de profundidad, con epicentro en la Costa Pacífica. Su intensidad máxima fue 10, lo que quiere decir que fue muy destructivo.
Este sismo fue tan fuerte que originó un tsunami con olas de hasta cinco metros de altura, según los relatos de testigos. Las olas afectaron cientos de kilómetros de costa entre Colombia y Ecuador.
En nuestro país, las playas pertenecientes a los municipios de Tumaco, Francisco Pizarro, Mosquera, Olaya Herrera, La Tola, El Charco, Santa Bárbara, Guapi y Timbiquí quedaron sumergidas por la ola marina y muchas personas murieron ahogadas en ella.
La gran ola hizo represar los ríos que desembocan en el mar, haciéndolos «devolver», de manera que también fueron afectados algunos caseríos ubicados en las riberas de los ríos. Además, el sismo desencadenó graves efectos en la naturaleza como agrietamiento, levantamiento y hundimiento del suelo, licuación y deslizamientos.
Se calcula que a causa del terremoto y el tsunami fallecieron alrededor de 600 personas, y muchas casas, especialmente de los departamentos de Nariño y Cauca, quedaron destruidas o severamente averiadas.
Tener presentes hechos históricos como este, que mañana cumple 118 años de ocurrencia, permite a las autoridades y a la ciudadanía estar mejor preparadas en caso de que ocurra un evento similar en el futuro.