Poco a poco se le agotan las excusas a un experto en ellas. Si algo caracteriza al técnico del Deportes Tolima Hernán Torres, es su capacidad de echarle la culpa a todo, menos de responsabilizarse de algún error propio cuando las cosas salen mal. Su desbordada soberbia, sumada al apoyo irrestricto de las directivas, le otorga este lujo.
Si bien es cierto que se le debe a Hernán la consecución del título en 2021, de ahí en adelante no hay mucho que rescatarle. En 2022 contó con la segunda nómina más costosa del fútbol colombiano y lo único que consiguió fue un título de Superliga contra un rival en decadencia y que en la actualidad está ad portas de ser inquilino de la B.
Después de perder la final con Nacional en Ibagué al parecer, el grupo entró en una indisciplina tan notoria, que empezó con la vergonzosa goleada contra Flamengo y concluyó con la lamentable eliminación del equipo de los cuadrangulares. Ese fue el comienzo de una racha de lesiones que se extendió hasta 2023 y que ni él entiende o más bien quiere hacerse el que no.
Varios jugadores que ya no están fueron detectados en actos de indisciplina y Torres y las directivas con un silencio sepulcral. Taparon las cosas y cargaron contra la poca prensa que se atrevió a cuestionarlos. En ese momento el timonel dijo que la Divina Providencia se ensañó contra el plantel y desató con su mano tiránica su furia contra los pobres jugadores. También atacó a la Dimayor.
Este año la situación es muy similar y la excusa parecida. Casi la mitad del equipo está lesionado y sigue siendo el azar, Alá, el Universo y hasta la mala energía de algunos periodistas la que ha traído la calamidad al equipo. Estas ridiculeces auspiciadas por un sector de la prensa “de bufanda” son las que tienen engañada a la afición y no les permite empezar a escudriñar sobre las verdaderas razones de la debacle.
Tres derrotas consecutivas, un técnico que improvisa de manera misteriosa porque teniendo en la banca jugadores que han sido titulares prefiere jugar a los dados. Luego las cosas no salen y la culpa es de todos menos de él. Mira con arrogancia y responde como la vicepresidenta: “De malas” aquí me quedo. Con la diferencia que Francia fue elegida y a Torres lo designaron.
Es hora que la afición despierte y vea las cosas con más objetividad y menos romanticismo. Es hora que la prensa empiece a indagar más profundo sobre lo que puede estar pasando más allá de lo paranormal para que haya tanto lesionado y los que están bien (con algunas excepciones) se perciban sin alma dentro del terreno de juego.
Anoche durante más de seis minutos los jugadores de Tigre parecían jugar al Toro con los del Deportes Tolima. Un equipo entregado, desmotivado, resignado. Las cosas se complican. En la Sudamericana si no se pudo matar al Tigre más complejo será con Sao Paulo. En la liga tendrá que sumar 12 de 18 en lo que resta ante equipos que están con mejor presente. La falta de cohesión del grupo es notoria.
La palabra fracaso es un sustantivo cuyo significado determina una realidad. Por esta razón causa escozor pronunciarla en quien la va a utilizar para calificar algo y terror en quien la recibe. Así al hincha no le guste salvo un milagro este semestre A de 2023 empieza a oler a lo mismo del semestre pasado. Ojalá nos equivoquemos.
Este es un editorial de A la luz Pública.