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Imágenes de referencia.

Ibagué necesita más que odas y poemas en sus 471 años

Desde que existen las redes sociales, cada vez que llega el 14 de octubre, se rebosan de inspiración la mayoría de políticos ibaguereños y empiezan a aparecer en los muros los “Nerudas” y sus poéticas letras en honor a la capital del Tolima. No es que sobre. De hecho, este hermoso punto geográfico en el orbe es un encanto en todos los aspectos. No es sino que un extranjero llegue a este terruño para que se embruje con su favorable clima, con los paisajes del Cañón del Combeima, los de la Martinica, y los hermosos Ocobos, que engalanan muchas de sus calles.

Qué pesar que la mayoría de prosas, de sonetos, de canciones, en honor a Ibagué sólo son acciones oportunistas y lejanas de lo que es realmente querer de verdad. Son precisamente, los ibaguereños los que le están faltando a su tierra, porque nos quedamos apenas en manifestaciones insípidas de cariño, pero de trabajo en equipo para sacar del atraso a esta comarca se ve muy poco. El primer mal ejemplo parte de los mismos políticos, que son expertos en ufanarse de lo que hacen y no hacen, pero también destruyen con sus palabras el trabajo del que no pertenece a su línea ideológica.

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Se ama a Ibagué cuando se empuja el carro para el mismo lado independiente de las pretensiones y objetivos personales. Se quiere a la ciudad, cuando se reconoce y se aplaude lo bueno (así no venga de mi aliado). También, cuando se es vehemente al sacar a la luz pública lo que se está haciendo mal pero con fundamentos. Grave estamos cuando independiente del gobierno de turno que sea, quienes lo rodean solo sirven para adular, echar cepillo, y engrosar el comité de aplausos. En la otra orilla, están los críticos viscerales que su único objetivo es recuperar la burocracia perdida. Muy poca objetividad.

Ibagué necesita líderes, que amen su ciudad. Gerentes que entiendan que se necesita pensar en grande para poder avanzar en tantas cosas que nos cogieron ventaja y, que para ello es necesario incluso acercar al opositor. Por nombrar apenas unas situaciones adversas: el problema de abastecimiento de agua, la obsoleta red de alcantarillado, la falta de vías y el deterioro de las mismas, el crudo desempleo, la inseguridad, la salud mental de los coterráneos, la falta de cultura ciudadana, entre otras.

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¿Sentido de pertenencia falta? El ibaguereño dice amar a su tierra pero su sueño es irse de acá ante la falta de oportunidades. Se va de vacaciones quince días a Medellín y llega hablando paisa. En cada barrio hay más hinchas de Nacional, América y Millonarios que del Tolima. Eso sí cuando el equipo está en finales pululan las camisetas vinotinto y oro.

Pero es un problema extraño en donde el ibaguereño vive la dualidad de ser al mismo tiempo: víctima y victimario. Víctima, porque nadie desde pequeño le enseñó a amar a su tierra, siempre le dijeron que a la menor oportunidad debía irse a estudiar a otro lado porque acá no pasaba nada. Le colocaron camisetas de fútbol de otros lados y hasta le dijeron que no se le ocurriera hablar con su cantado acento porque era motivo de vergüenza.

También es victimario, porque esa indiferencia ha sido aprovechada por los políticos para sus fines, quienes han ganado elecciones con la acostumbrada abstención que generalmente es abrumadora. Es muy fácil en Ibagué hacer conjeturas, de cuántos votos tiene un Clan u otro y quiénes serían los posibles bendecidos por los caciques para ser mandatarios. Es una aritmética que no falla porque saben que hay una ciudad dormida a la que le importa un carajo la suerte de sus paisanos.

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Esto no es de caerle encima a un gobernante de turno. Ibagué, tiene problemas estructurales, de los cuales jamás irá a salir si no existe una unidad de criterio frente a la necesidad del progreso de la misma. En el cuatrienio pasado se le dio con todo a Jaramillo, como ahora lo están haciendo con Hurtado, ¿Quién tiene la razón? Depende de la orilla desde donde se analice y de lo bien tratado que haya estado el sujeto que realiza la crítica.

Desde el Neolítico, los hombres se asentaron en puntos geográficos y crearon las ciudades. Esa necesidad de organización gesta la política, así que el progreso de algo inerte como es una ciudad lo da la calidad de sus pobladores. Hay otras latitudes con menos ventajas geográficas que la nuestra pero con gente solidaria que forjó un desarrollo sostenible para sus pueblos.

Lo cierto es que la Villa de San Bonifacio del Valle de la Lanzas, aquella que fue habitada por indígenas: Mataimas, Ibaques, Combaimas y Pijaos cumplió 471 años de fundación. Se celebra, pero la verdadera historia no es una fiesta rimbombante, puesto que don Andrés López de Galarza cuando llegó con sus soldados a fundar el poblado, se encontró una ardua resistencia lo que desencadenó muchos combates y exterminio. La corona auspició las invasiones justificando que había hasta canibalismo en nuestros ancestros. Casi todas las anécdotas están basadas en crónicas de españoles como Pedro de Aguado (1572) y Pedro Simón (1626).

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Quizás, lo del presunto canibalismo evolucionó a otra forma. No es fácil para los nacidos en esta hermosa tierra ser calificados como poco solidarios con sus paisanos y de padecer de ausencia de sentido de pertenencia con su terruño.

El mensaje final sería aportar desde el nicho más pequeño que es la familia, si se quiere mejorar el entorno. Revisar mis valores, mis cualidades humanas, mi cultura ciudadana, mi sentido de pertenencia y mi amor con el prójimo. Parte de ahí, el mejor regalo que le podemos dar a nuestra amada Ibagué. Son las ciudadanías las que hacen grande a una ciudad y no al revés. “La capital musical” necesita: ¡menos versos y más acciones! 

Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy

Comunicador social y Esp. en Educación cultura y política

Docente

 

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