Jaramillo amenazó y El Olfato le tumbó al gerente del Ibal

Mario Casas se cayó ante contundente investigación periodística.

Y como pocas veces ocurre en este país: en menos de dos días la Procuraduría tomó nota de un artículo que señalaba la forma en la que un contratista le pagaba favores al gerente encargado del Ibal: dejándolo vivir en uno de sus apartamentos, en costoso sector de la capital tolimense.

Y el favorecido, viejo conocido del maridaje entre ingenieros y políticos: Didier Portela, cercano a la Casa Jaramillo por el lado de Mauricio, y quien se ha ganado en la administración de Guillermo Alfonso contratos por más de 14 mil millones de pesos. Casas fue separado del cargo, mientras se surte la investigación que podría depararle una sanción para ejercer cargos públicos.

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El informe de El Olfato, llega luego que el alcalde Jaramillo anunciará denuncias penales contra el medio y sus periodistas por la grabación y difusión de una conversación privada entre el propio mandatario y el director de Cortolima, Jorge Enrique Cardoso. Pero en el audio no se aprecia que se discutan asuntos de gravedad o de corrupción, sino temas normales atinentes a un predio de la ciudad.

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Quizá la reacción de Jaramillo, o la de sus asesores jurídicos fue apresurada y fruto del acaloramiento y para golpear al medio que fue su amigo en el pasado, que le echó una mano en la campaña de 2015 y estuvo a su lado los dos primeros años de mandato.

El alcalde acusó públicamente a El Olfato de atacarlo porque no le renovaba la pauta publicitaria y el medio ha respondido desde entonces con más artículos que evidencian las irregularidades, hechos de corrupción, favorecimiento y demás, en su administración, las de sus funcionarios y contratistas.

En los medios, deben quedar separados los caminos de lo editorial y de lo comercial, y no permitir que ambos se crucen o revuelvan. Más en el caso de la pauta pública donde los funcionarios esperan un trato benigno de los medios en los que se coloca la publicidad estatal, pero debe haber total claridad, tanto para los periodistas, como para la audiencia, que así se reciba pauta, se debe informar siempre, así los temas no sean del agrado de la parte contratante en publicidad.

Jaramillo, en un sentido más autocrítico, debería revisar si es que le están metiendo ‘goles’, con asuntos tan evidentes como la situación del ingeniero Mario Casas, y pronunciarse en contra de la corrupción administrativa como siempre lo ha hecho. Guardar silencio, o pasar a la ofensiva contra el ‘mensajero’, en este caso los medios de comunicación, podría llevar a hacerlo responsable, al menos en el ámbito político o de opinión, más por omisión que por acción.

Otro punto a favor de El Olfato y de los pocos medios alternativos de la ciudad que van más allá llevando a la ciudadanía temas de su interés, a veces sorteando coyunturas económicas difíciles, en ciudades como Ibagué, con un desempleo galopante, y donde los gerentes y departamentos comerciales (públicos o privados) recortan cada vez más los presupuestos destinados a pauta y publicidad.

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Además, el mejor periodismo que se hace, siempre será el que se realice desde el lado de la oposición abierta, crítica, sustentada y que no emita juicios de valor, dejando la misión de juzgar y castigar, como en el caso del Ibal y sus hechos de corrupción, a los organismos de control.

*Este es un editorial del director de A la luz Pública.