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Imágenes: suministradas.

La semiótica detrás de la Espada de Bolívar en la posesión de Petro

Leía de algunos periodistas en sus redes sociales alusiones algo peyorativas frente a la problemática suscitada con la famosa Espada de Bolívar en la posesión del presidente Gustavo Petro. Es cierto, que algunos colegas no gozan de conocimientos de historia y menos de semiótica, sin embargo, a veces es mejor callar la ignorancia que hacerla latente.

Los que fueron juiciosos en la Universidad recordarán a grandes autores de la semiótica y de la semiología como Peirce, Saussure, Morris o hasta el mismo Umberto Eco. Son bastantes sus estudios sobre la importancia de esta ciencia que nos da luces para entender como comunicadores que todo significante tiene su significado y que todo objeto además de ser un signo también tiene un interpretante.

No busco dar una compleja clase de semiótica, simplemente evidenciar que nuestro mundo está lleno de códigos arbitrarios (el valor lo da una comunidad) y que estos son símbolos que representan muchas cosas: cultura, religión, política, luchas sociales, modas, entre otros. La cruz por ejemplo no tendría para los budistas el enorme significado que tiene para los cristianos.

El que escudriña la historia sabrá que la Espada de Bolívar simboliza las luchas que costaron millones de vidas en la Emancipación. El precio fue muy alto para que los pueblos sometidos por España lograran la anhelada libertad. Muy seguramente ese acero, como objeto no tendría mayor valor comercial ni simbólico si no hubiera sido el arma que quizás muchas veces utilizó Simón Bolívar, quien fue el General que lideró el Ejército que liberó cinco naciones de América Latina.

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Esa libertad es la que reclamaba un grupo de insurgentes luego del presunto robo de las elecciones presidenciales de 1970. Aspectos turbios sucedieron ese 19 de abril en el cual terminó ganando la presidencia Misael Pastrana Borrero con un margen de un poco más del uno por ciento del total de votos (63 mil 557). Los abuelos contaban que ese día se fue la luz y se acostaron con el líder de la ANAPO como presidente y amanecieron con un panorama diferente.

Esa fue la génesis del M-19 en donde militó el actual presidente Gustavo Petro. En ese momento no era el jefe, ni el más importante del grupo como lo quieren vender sus enemigos. De hecho, creo que las matemáticas son muy claras y para esa época el actual mandatario tenía apenas 10 años. La famosa espada fue robada en 1974, tenía 14 años.

El 17 de enero de 1974 un grupo de insurgentes al mando de Álvaro Fayad (El Turco) robaron de la Quinta de Bolívar de Bogotá este símbolo. Fue la manera escogida por el M-19 para dar un golpe de opinión bajo el lema: “Bolívar, tu espada vuelve a la lucha”. De ahí en adelante el arma pernoctó en diferentes lados hasta su devolución en 1991. Cabe aclarar, que desde 1980 hasta su entrega permaneció en Cuba.

Con los acuerdos de paz en el gobierno de Virgilio Barco, el ocho de marzo de 1990 y bajo el liderazgo de Carlos Pizarro (asesinado) nace la Alianza Democrática M-19 además de la conformación de la Asamblea Nacional Constituyente que daría el viraje de una democracia representativa a una participativa. Gracias a ello nació la Constitución del 91 que permitió salir del Medioevo que nos dejó la Regeneración y la Constitución de 1886.

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El 31 de enero de 1991 mediante una ceremonia en la Quinta de Bolívar en Bogotá el constituyente Antonio Navarro Wolf fue el encargado junto a otros líderes de devolver el famoso símbolo. Seguidamente, estuvo algunos años en el Banco de la República y luego permaneció en urna de cristal en el Palacio de Nariño.

Al romperse el protocolo el siete de agosto de 2022 y ser la senadora María José Pizarro (hija de Carlos) la que impone la banda presidencial a Gustavo Petro, se deja claro el mensaje de que la muerte de su padre no fue en vano. El mandatario, posteriormente entregó su primera orden a la Casa Militar de traer la Espada de Bolívar. Con ello, le dijo al pueblo: “lo logramos”. 

Es muy claro que el cuento de la famosa espada no era un simple capricho del nuevo mandatario de los colombianos. Apenas ahora empieza el trabajo arduo y el inicio de las labores en donde Gustavo Petro tendrá que demostrar a qué llegó y cuál es el rumbo que quiere para un país al cual ha denominado cientos de veces como: “potencia de la vida”. 

Estaremos prestos como  periodistas críticos a aplaudir lo que se haga bien y a ser vehementes con lo que sea nocivo para el pueblo. Por ahora esperamos que las palabras de la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, retumben desde Leticia hasta Punta Gallinas: “Trabajar por los excluidos hasta que la dignidad se haga costumbre”.  Estamos optimistas.

Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy

Editor General.

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