Murió en Caracolí

Denuncian tala de especies vegetales en conjunto residencial de Ibagué.

Tendido yace él, mustio y convertido en cadáver. Acostado sobre una piedra, inerte, junto a otros dos testigos del asesinato que se vestirán de mudez hasta que el tiempo los acabe o quizá hasta que el (¿los?) asesino(s) de pronto, en un momento de locura, decida(n) acabar con ellos también. ¡Qué tal que un milagro los hagan cantar!

No habrá levantamiento por parte del CTI, ni investigaciones por parte de ningún cuerpo policial o judicial. Incluso, el fallecido no aparecerá en ninguna estadística ni oficial ni privada. Se irá derritiendo poco a poco y la tierra – tal y como nos pasará a nosotros tarde que temprano- le reclamará para sí.

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¿Existirá acaso un cementerio o paraíso para árboles de «tomate de árbol»?

¿Asesinados con la técnica de «corte de franela»? No lo sabremos jamás como jamás seremos conocedores del autor material -menos intelectual- de este frondoso, bonachón y alegre ser vivo quien quiso ser. Alcanzó a iluminar el paisaje de cemento y a amar a sus amigos y vecinos cercanos: el papayo y el aguacate. ¡Ah, sin mencionar al joven orégano, quien, ayudará desde ahora a gritar en las noches de luna a la musa de la justicia para que esta renazca y a hacer peticiones secretas a la pacha para que más plantas «lleguen a ser» y para que hasta incluso, florezcan vigorosas, las semillas de la verdad y de la tolerancia.

Conjunto Caracolí, agosto primero de 2021.