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Nadia Blel y el derecho de las mujeres a hacer política sin miedo

En Colombia, hacer política siendo mujer sigue siendo un acto de valentía. A pesar de los avances normativos, los espacios de poder siguen impregnados de lógicas patriarcales que castigan con dureza a quienes se atreven a ocuparlos. La reciente agresión simbólica y emocional que vivió la senadora Nadia Blel a través de una manifestación frente a su casa mientras se encontraba con su hijo no puede leerse como un hecho aislado, sino como parte de la violencia política que enfrentan muchas mujeres en el país.

Nadia Blel no solo es la presidenta del Partido Conservador, también es una de las voces femeninas más firmes en el Congreso en defensa de la salud pública, el bienestar de los adultos mayores, protección del medio ambiente, la justicia social especialmente de los derechos de las mujeres y es también autora de la Ley 1918 de 2018, la cual creó el Registro de Abusadores Sexuales e inhabilita a ocupar cargos que tengan relación directa con niños, niñas y adolescentes a personas que han sido condenadas por delitos sexuales contra menores de edad.

Su trabajo legislativo ha estado enfocado en garantizar condiciones de equidad, en abrir caminos para otras, en cuidar desde lo público a las más vulnerables. Y por eso duele más que su ejercicio político haya sido blanco de amedrentamientos.

Este país necesita más mujeres en política. No solo porque somos más de la mitad de la población, sino porque aportamos una mirada que amplía el horizonte democrático: una mirada desde el cuidado, desde la empatía, desde la construcción colectiva. Pero ninguna mujer debería pagar el precio de la violencia, la intimidación o la estigmatización por levantar la voz y tomar decisiones.

La violencia política contra las mujeres es una de las formas más graves de exclusión, porque no solo ataca a una persona, sino que busca desalentar la participación de todas. Hoy, alzamos la voz por Nadia, pero también por todas aquellas que han sido silenciadas en lo local, en lo rural, en lo comunitario.

Respaldar a Nadia Blel no es un acto partidista, es un acto de sororidad, de coherencia democrática y de compromiso con el derecho de todas a estar donde se toman las decisiones. Porque hacer política no debería ser un acto heroico, sino un derecho garantizado.

Por: Adriana Avilés Alvarado

Analista política

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