
“No recuerdo hace cuánto tiempo salí de mi hogar;
de hecho, no recuerdo si alguna vez tuve un hogar.
Lo cierto es que no he podido regresar”
El autor
Hemos normalizado cosas que en verdad no deberíamos haber normalizado jamás, entre ellas: la violencia, el abuso, el maltrato físico y psicológico, el asesinato, la guerra entre otras. Por esta razón, debo decir, como ya lo he escrito antes, que esas horas de almuerzo y cenas frente al televisor viendo todo tipo violencia, fomentó en la mente humana cierta comodidad alrededor de estos hechos.
No obstante, el punto máximo de normalización de todo este absurdo lo hemos alcanzo ahora, gracias a las redes sociales y al bombardeo de memes que causan hilaridad; no importa que sea un caso tan aterrador como el desplazamiento de personas.
Para la muestra lo que está sucediendo ahora con el tema de la llegada de cientos de musulmanes a diferentes partes del mundo, incluyendo por supuesto, a nuestro folclórico país que se las arregla para sacarle chiste a una situación tan escabrosa como tener que abandonar la tierra, las raíces y costumbres por culpa de una miserable guerra cuya fachada es la santidad cuando de fondo lo único que prima son los intereses personales de unos y otros.
No hay duda entonces, que la ignorancia es la madre de todos los males del mundo y su enferma humanidad. Una humanidad que no entiende que el desplazamiento se ha convertido en una constante, que es una manera de destrucción, que es aberrante y que causa todo tipo de daños a la salud mental y también a la física, dependiendo de las condiciones con las que lleguen las personas a ciertos lugares.
Hemos visto la estigmatización que se le da al pueblo venezolano, por ejemplo. Vemos, además, cómo ahora se burlan de la mujer musulmana a través de memes, las mismas mujeres que hasta hace unos días utilizaban como imagen para rasgarse las vestiduras los indignados en red. Y así todo se va de broma en broma, de cuento en cuento.
Sin embargo, lo que muchos no pueden ver es que todos, absolutamente todos somos unos desplazados, unos siervos sin tierra; unos porque abandonan su ciudad, su familia, su vida de manera forzada; otros, porque quieren buscar dizque mejores oportunidades en otras ciudades e incluso en otros países.
Sea como sea, el desplazamiento es una de las prácticas más crueles que puedan existir sobre la faz de la tierra, es cierto, pero, más cruel aún, es ver cómo hemos normalizado semejante esperpento que no es más que la muestra de nuestra elevada falta de empatía.
Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.
Una opinión
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