Cura

Uno se cura

Luis Carlos Rojas García
Luis Carlos Rojas García

Avanza la vacunación de la pandemia más peligrosa y famosa de todos los tiempos. Países como Canadá y USA hacen alianzas para acelerar el proceso, otros, como por ejemplo Chile, Argentina y vecinos, llevan un buen ritmo con el asunto.

Entre tanto, en Colombia, bueno… en Colombia… en Colombia se pierden las vacunas, se hace un show televisivo en donde el dizque presidente parece una suerte de narrador, sin dejar de lado, por supuesto, las constantes denuncias porque engañan a la gente y no les aplican el medicamento.

Aunque en esto último, yo estoy seguro que están experimentando un nuevo método que debe tratarse de una vacunación a través del poder de la mente. Yo no creo que se la estén robando.

Como sea, no deja de causarle a uno un poco de preocupación al ver las fotos de amigos y conocidos andando como si nada por toda Colombia. Será entonces que cuando uno se va del país ¿Uno se vuelve paranoico?

Puede ser, pero, en la tierra fría, para no ir muy lejos, todavía se siente el golpe de la pandemia y a diario el gobierno intensifica las medidas ya que nuevos brotes y hasta algunas estadísticas del aumento del virus, tiene a todo el mundo trabajando.

El asunto es tan complejo aún que, muchas empresas, no han podido abrir, otras, han tenido que suspender jornadas y otras más siguen resistiendo. Pero la economía no se ha podido reactivar.

En este orden de ideas, la paranoia pasa a otro plano y se hace presente la consciencia y la responsabilidad de cada quien por protegerse y proteger a los suyos. Claro que no falta el irresponsable que no toma las medias o que, con el paso de los días y al ver que no se le ha muerto nadie cercano, comienza a ver la cosa al no me joda.

Ahora bien, se sabe que Colombia es un país alegre, folclórico, el país en donde roban, violan, ultrajan y asesinan y para todo hay un meme porque es un lugar en donde a muchas personas desde pequeñas les enseñaron que la violencia era efectiva.

Sin embargo, preocupa ver que muchas personas se han relajado a tal extremo que no se les da por nada ir por ahí sin guardar distancia, ni usar tapabocas y me estoy casi seguro que ni tomarán medidas en sus hogares.

¡Ah! Por cierto, el negocio de los tapabocas se fue a pique; dicho en otras palabras: fue bueno mientras duró. A la fecha, empresas y personas que vieron en la venta de los mismos una oportunidad de hacer su agosto o diciembre, tienen su mercancía estancada ya que, por un lado, se habla del uso de los tapabocas desechables que contaminan al medio ambiente, más que cualquier otra cosa, y por el otro, la moda de los tapabocas personalizados se les acabó y si le sumamos la antipatía de muchos por el uso del mismo pues no hay mucho qué hacer.

En resumidas cuentas, Colombia, mi Colombia, la suya, la de su madre y la del otro, sigue siendo un lugar tan maravilloso que, frente a una problemática tan grande como lo ha sido esta pandemia de los mil demonios, ha sabido salir adelante, sin estadísticas, sin claridad de los procesos de compra de medicamentos y vacunación, sin la ayuda real de su gente, sin mayor contratiempo como en otros momentos de su historia.

Estoy seguro entonces que la única explicación lógica a todo esto es que, en Colombia, la gente la tiene clara, ya que, como dice la salsita de Rosendo, uno llora y se lamenta, uno rabia de impotencia se maltrata la existencia y hasta pierde la cabeza, pero después se cura: “uno se cura”.

Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.

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