Otra cinta de propaganda que reivindica el papel militarista de Estados Unidos.
Sí, fue la más taquillera, nominada a los premios Óscar, y con la dirección de un grande de Hollywood como Clint Eastwood, que a los 84 años todavía luce en plena forma detrás de cámaras.
Los problemas comienzan cuando se trata de justificar el por qué, el experto francotirador Chris Kyle, decide ir a la guerra y causar al menos, 160 bajas confirmadas. Un insulso patriotismo tras el derribo de las Torres Gemelas, convence a Kyle de enlistarse e ir a combatir a “los salvajes” de Irak, frase recurrente y despectiva que aparece por doquier en la película.
¿Debemos entender entonces que los civilizados son los gringos que van a contenerlos? La ‘civilización’ de ellos, intervino en un conflicto con mentiras y justificaciones, causó masacres y violaciones, y torturas en las cárceles, como los horrores de Abu Ghraib y Guantánamo. Hijos de esos vejámenes, son los de ahora, protagonizados por el Estado Islámico que decapita y quema vivos a secuestrados, descargando una rabia acumulada de años contra el intervencionismo de Occidente.
Cuatro rondas en Irak, sangre a borbotones, primeros planos de la mira del sniper, frases efectistas y patrioteras, muestran que esta cinta está hecha a la medida de un Eastwood (republicano confeso), que pone en lo más alto las barras y las estrellas, justificándolas además, como el policía del mundo, que ha invadido Vietnam, Afganistán, Panamá, Granada, México, y un larguísimo etcétera a lo largo de la historia.
¿No recuerdan el patetismo de Eastwood en la campaña presidencial del 2012, regañando una silla vacía que pretendía ser el presidente Obama, al que fustigaba por sus tareas pendientes?
Hollywood sí que sabe vender estos productos envueltos con el celofán de “basado en hechos reales”, para tratar de hacer más convincente el argumento.
Nada justifica las guerras y nada justificará causar la muerte de semejantes, y es justo lo que American Sniper hace a toda hora. Primero, Cris Kyle defiende la bandera, luego a sus compañeros, luego a su familia, y por último no se sabe ni a qué ha ido al Medio Oriente. Más éxito han tenido en vender con éxito el mensaje propagandístico, cintas como Black Hawk Down, Top Gun, o Saving Private Ryan.
Por fortuna, el filme no fue el triunfador de los Óscar, ya que hubiésemos visto a una derechizada Norteamérica, quizá en el sur también, pidiendo que invadan Corea del Norte, Irán, o cualquier país de los denominados como del “eje del mal”.
En una entrevista, Clint Eastwood dijo que El Francotirador no era una cinta de guerra, sino que recreaba las relaciones humanas del soldado con sus compañeros, y la relación de este con su familia. Por ninguna parte encuentro convicción ni veracidad en la pareja de esposos, encarnada por Bradley Cooper y Sienna Miller. Sus afectos, emociones y diálogos son tan falsos como los bebés de plástico que usan (muy evidentes) para recrear el nacimiento de sus hijos. La falsedad asoma hasta en estos detalles tan pequeños.