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La discusión sobre el aborto va más allá de lo dogmático

Mucha polémica ha causado la despenalización del aborto hasta la semana 24 por parte de la Corte Constitucional. Cinco votos a favor y cuatro en contra por parte de los magistrados, evidencia las claras diferencias que existen en Colombia sobre este tema. Se conoce que cerca de 400 mujeres al año son procesadas penalmente por abortar. Esta cifra va acompañada de un enorme e indeterminado número de féminas que ponen en riesgo sus vidas en clínicas clandestinas para interrumpir su embarazo. Ante esta situación,  el debate debe ir más allá de lo religioso y lo politiquero.

El delito por interrupción del embarazo, con penas de cárcel, estaba presente en el código penal desde 1837 (República de la Nueva Granada). Es decir, se necesitaron casi dos siglos para que esté país de tradición conservadora diera un viraje en este campo.

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De todo esto, nace un interrogante: ¿Es suficiente la legalización  y la despenalización para mitigar este grave problema? No lo creo. También, se dice que si se hace lo mismo con las drogas alucinógenas, cambiaría la óptica de los consumidores. Si fuera tan sencillo, no habría tanto alcohólico cometiendo cientos de cagadas en el mundo (accidentes de tránsito, violencia intrafamiliar, etc.). La realidad, es que el problema del aborto tiene raíz en la pobreza, en la ignorancia y en la irresponsabilidad del ser humano. Mientras estén los males seguirá latente la situación.

Mis lectores saben que soy de pensamiento liberal. Obviamente, es un craso error creer que ser liberal es igual a pasarse por la faja las reglas o pensar que mis derechos son más importantes que los de los demás. El ideario liberal defiende la vida y las libertades mientras las mismas no vulneren las de mi prójimo. Asimismo, se avala la ciencia y los conceptos emitidos con base científica.

Cuando una mujer dice: «es mi cuerpo, es mi decisión» tiene toda la razón parcialmente. Tiene derecho por ejemplo a decidir con quién se acuesta, qué tipo de sexo está dispuesta a tolerar o disfrutar (oral, vaginal, anal). También, no tiene que pedir permiso para planificar, exigir preservativo, o hasta ligar sus trompas. No obstante, me sorprende escuchar a algunas mujeres mal llamadas feministas (feminismo no es igual a androfobia) sustentar que la mujer es libre de decidir sobre la vida de su hijo, y celebrar la sentencia  que permite acabar con la vida de un bebé de 24 semanas (seis meses) porque es dueña de su cuerpo.

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Lo curioso es ver a personas tan pragmáticas ante la vida  escandalizarse  cuando un sociópata comete un acto de crueldad y arroja a unos cachorros recién nacidos a un río. Sin lugar a dudas lo calificarían de inhumano y cobarde con justa razón. Y si el responsable alegara en su defensa algo así como: » no tenía como alimentarlos fue mi decisión para que no sufrieran en este mundo». ¿Lo justificarían?

El buen ser humano es integral. Si ama a los animales y respeta su vida, con mayor ahínco debería respetar la vida humana. Es claro que un perrito siente por recién nacido que esté y por supuesto que un feto puede captar emociones y percibir dolor desde su gestación (eso no lo digo yo,  está absolutamente comprobado). Entonces ¿qué necesidad de llegar hasta allá? ¿son conscientes los togados del daño psicológico que puede haber con un procedimiento de esta magnitud?  La verdad poco o nada les importa a los dirigentes de nuestro Estado la salud física y mental de sus dirigidos. Son decisiones políticas, así vayan más allá incluso de lo científico.

Estudiemos el caso si fuera al revés. Si la mujer quiere tener un hijo y decide embarazarse, pero el hombre no quiere ser papá ¿Él no tiene derecho a elegir? ¿ La mujer sí puede decidir por él? ¿su opinión no cuenta por ser hombre? ¿acaso no suena  sexista? Aún así, la ley lo obliga a cumplir con su deber y el castigo social es grande para el padre irresponsable. Leen lo difícil de la discusión cuando implica tantos y diversos puntos de vista de acuerdo al contexto.

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Lo cierto es que nadie está obligado a ser padre o madre si no quiere, pero  esa decisión, debería tomarse antes de la concepción, no cuando es un hecho el embarazo. Un accidente es algo muy diferente, no creo que una mujer la tiren para arriba y caiga encima del pene de un hombre y no creo que un hombre tire espermatozoides para el cielo y fecunde los óvulos de las mujeres que van por la calle.  La irresponsabilidad no se puede calificar como casualidad.  Obviamente, caso distinto es una violación, una malformación genética o  el riesgo de muerte para la madre (aquí la mujer es víctima y es otro análisis).

En este mundo se volvió de lo más sencillo aniquilar lo que se considera estorbo (cada ideología política extrema acomoda sus postulados).  ¿Mandamos a dormir a todos los perros callejeros porque no hay como alimentarlos?  ¿matamos los habitantes de la calle y los pasamos como falsos positivos? ¿maltratamos y asesinamos a un toro en una fiesta brava? Unos se indignan y otros son indiferentes ante estas propuestas. Luego viene la otra cara de la moneda ¿matamos bebés de seis meses en el vientre de la madre?  Los que se indignaban antes, ahora celebran y los que fueron indiferentes en las situaciones anteriores sacan el Rosario y se persignan. Una doble moral muy brava.

Seguiré pensando que para problemas complejos se necesitan soluciones de fondo y no pañitos de agua tibia. Esto apenas es un lavadero de manos para justificar lo injustificable. Recordemos que no porque algo sea legal es bueno, la esclavitud fue permitida también por muchos siglos. No me corresponde a mí juzgar procederes, no tengo ese derecho, cada quién debe luchar con su consciencia y con sus creencias. Mi llamado seguirá siendo para que las personas actúen con responsabilidad en su vida y no tengan que encontrarse en una situación tan incómoda y difícil.  Mientras tanto el debate seguirá candente.

Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy.

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