Se decía que en el barrio Salado una mujer fue obligada a comerse a su propio hijo por una venganza.
Muchos mitos se volvieron populares entre generaciones de ibaguereños, que crecieron con la idea de viejas leyendas contadas por los abuelos, y que se han ido transmitiendo de forma tradicional de padres a hijos.
Por ejemplo, la popular historia del fraile sin cabeza que se pavoneaba por las calles del barrio la Pola y zonas adyacentes al parque Centenario; o el cuento del diablo que se apareció y bailó con una mujer en una discoteca de la 43 con Quinta, y que tenía supuestamente patas de caballo.
Recuerdo que fue en los años 90 cuando más se hacían mayúsculos estos batiburrillos, y uno de esos chismes de los ibaguereños fue coadyuvante para destruir el emprendimiento de una familia tolimense llamado ‘Tamales Ortegunos‘, que quebró gracias al supuesto que este plato típico lo hacían con carne de perro, y a esto adjudicaban la fama que tuvieron.
Otra horrible situación afrontó una famosa cadena de panaderías de Ibagué, a la que le achacaron el chisme que su pan era fabricado con la ‘grasa de los muertos’, que recientemente empezaban a cremar en el nuevo horno que inició operaciones en abril del año 2000 en la zona de Buenos Aires – Puente Blanco.
Y la leyenda a la que me quiero remitir en este escrito, es la vetusta ficción que se comentaba en el barrio Salado, donde supuestamente unos tipos le hicieron asar y comer las vísceras de su propio hijo mayor a una señora, que quedó desquiciada al enterarse de la dantesca venganza.
Esta quimera fue llevada al cine regional, y en el año 2005 un grupo de intrépidos jóvenes cineastas de la Universidad del Tolima, decidieron recrear la escena y contenerla en el cortometraje ‘Asados y algo más…‘, en la que la protagonista fue la hoy fallecida locutora, actriz y dramaturga ibaguereña María Victoria Doza.
Por: Juan Felipe Solano Vásquez, artículo publicado en el libro «Lo que la pandemia se llevó» editora AP.