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¿Son permitidos en Colombia los insultos y las calumnias gracias a la libre expresión?

A propósito de la celebración del Día del Periodista.

Hace poco un locutor de Tropicana en Cali, se convirtió en tendencia en X por insultar al aire al presidente Petro y llamar “boba” a una de sus compañeras en la mesa. En las redes algunos saltaron a defenderlo, convencidos de que era respetable su posición.

El artículo 20 de la Constitución de Colombia otorga el derecho a la libre expresión y a difundir opiniones sin censura alguna. Todo lo anterior se supone se debe ejercer sin vulnerar los derechos de otros.

Con la llegada de las redes sociales se le entregó un poder enorme a la ciudadanía que sirve para hacer visible, lo que era invisible. Lo bueno es que permitió que se conozcan casos en que la justicia se hizo la de la vista gorda. Lo malo, es que pululan los insultos, las calumnias, los improperios sin ningún control. Las redes son campos de guerra.

La Corte Constitucional determinó en su momento, que los insultos no tienen relevancia para la intervención de un juez. La excepción se da cuando hay actos reiterados que lleguen a configurar hostigamiento o acoso.

También determinaron los togados, que los únicos responsables son los creadores de esos contenidos. De esta manera, se evita  la censura. Prácticamente, con borrar el insulto se soluciona todo. Así la utilización de términos: desproporcionados, humillantes, ignominiosos, y hasta las calumnias se salieron de control.

En un país polarizado políticamente es común que todo el mundo escriba desde lo visceral. Para el “petrista” todo el que critica al Gobierno es un crápula, un insensato, o hasta paraco, etc. En el otro bando, están los de extrema derecha que son felices si al gobierno le va mal y hacen de todo para que así sea.

Claro que la gente puede opinar, puede controvertir,  puede exponer sus posiciones en redes sociales. No obstante, debería hacerse con respeto. Esto se salió de las manos y es la justicia la que debería ponerle freno a los energúmenos.

El derecho por naturaleza es probatorio y si usted califica  a alguien de delincuente por redes sociales debería enlistar las pruebas para demostrar que lo que dice es verdad. De lo contrario, eso es una calumnia y lo lógico es que tenga consecuencias legales.

El celular se convirtió en una ametralladora y los primeros obligados en dar un buen ejemplo y no incitar a la violencia son los periodistas. En el genocidio Ruanda en el año 1994 la prensa jugó un papel preponderante en la propagación del odio entre las dos principales etnias. Cerca de un millón de muertos y escenas dantescas dejó este hecho histórico.

Nos estamos despellejando en las redes sociales. Con nuestra naturaleza violenta ¿Hasta dónde llegaremos?

Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy

Editor General.

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