Según datos de la encuesta Pulso Social realizada por el DANE, en 2022 el 68 % de los ibaguereños se sintió inseguro y muy inseguro caminando de noche por las calles de la ciudad;esto es, más de 12 puntos porcentuales por arriba que el promedio nacional, lo cual pone en evidencia como opinamos los ibaguereños frente a uno de los temas que más valoramos: la seguridad. Este dato va en contravía de lo que extensamente ha dicho el Alcalde en muchos medios de comunicación con respecto a que somos la sexta ciudad más segura del país, por lo cual naturalmente surge la pregunta ¿estaremos los ibaguereños percibiendo equivocadamente la seguridad de nuestra ciudad? O ¿el alcalde cínica y descaradamente nos está mintiendo para encubrir su mala gestión? La respuesta a ello la encontrará a continuación.
Según datos de la Policía Nacional y el anuario estadístico de Ibagué, en 2020 hubo 3.240 hurtos a personas, mientras que en 2022 llegó a la escandalosa y preocupante cifra de 5.330 hurtos; es decir, durante los primeros tres años del actual gobierno municipal, la mencionada estadística no mejoró, sino que empeoró un 65 %. Por otro lado, los hurtos de motocicletas pasaron de 130 en 2020 a 322 en 2022, lo que significa un incremento de 145 % y también la mayor cantidad de hurtos de motocicletas de los últimos 10 años. Así pues, los mencionados datos dan de cuenta la gravísima situación que vivimos los ciudadanos de a pie y confirma la estadística del DANE y de paso revela lo que tristemente se comenta en las calles: cada vez más estamos a merced de los delincuentes.
Hoy, #Ibagué es la sexta capital más segura del país y, por supuesto, que queda aún bastante por hacer y no vamos a bajar la guardia. Estos son algunos de los resultados logrados en nuestra Alcaldía: pic.twitter.com/UrjFKjgHXD
— Andrés Hurtado 🇱🇹 (@AndresHurtadoL) January 30, 2023
Ahora bien, si con la seguridad de los ciudadanos llueve, con la seguridad de las empresas ibaguereñas no amaina. Según datos oficiales de la Policía y la Alcaldía Municipal, durante el periodo 2020-2022 los hurtos a establecimientos comerciales aumentaron en un 10 % pasando de 490 a 537, respectivamente. Por otra parte, se incrementaron las extorsiones en un alarmante 68 % durante el periodo 2020-2022, pasando de 100 a 168, la cifra más alta de extorsiones de los últimos 13 años. En resumen, los emprendimientos ibaguereños se encuentran en una condición cada vez más crítica y de mayor vulnerabilidad, lo cual mina y reduce la confianza inversionista y, por tanto, la cantidad de nuevas empresas y de empleo que tanto necesita Ibagué.
La gran mayoría de los actuales candidatos a la Alcaldía de Ibagué proponen hacer de la ciudad una potencia en materia de turismo y servicios, gracias a la innegable belleza y hermosos paraísos que alberga Ibagué, así como la calidez y amabilidad por la cual nos caracterizamos los ibaguereños. Sin embargo, antes de lanzar cualquier política ambiciosa para fortalecer el sector terciario de la economía de la ciudad, debemos solucionar los dos problemas que hemos podido observar en esta columna: la seguridad del ciudadano de a pie y la del empresario. En primer lugar, si los turistas que llegan a la ciudad no sienten que pueden estar seguros, sino que tienen que andar precavidos con que los asalten es muy difícil promover y posicionar a la ciudad como capital turística; y, en segundo lugar, si los empresarios no sienten que la ciudad les esté brindando la seguridad necesaria, se verán en la obligación de contratar servicios de seguridad privada, lo cual le resta competitividad a la ciudad y, por tanto, una menor creación de empresas y empleos.
Sin duda alguna, el futuro Alcalde de Ibagué deberá tener dentro de sus prioridades formular una política pública de seguridad, que permita reducir las preocupantes estadísticas del crimen de la ciudad. Esta política pública deberá tener al menos dos dimensiones: aumento del pie de fuerza y lucha contra la pobreza, desigualdad y desempleo de la ciudad. El craso error de los últimos alcaldes ha sido solamente concentrarse en aumentar el pie de fuerza, dejando de lado los macrofactores que inciden en que la cifra de criminalidad aumente año tras año; en otras palabras, se deben enfocar en brindar más oportunidades para que los jóvenes puedan salir de la trampa de la pobreza en las que se encuentra gran parte de la sociedad.
Por: Nicolás Álvarez Bernal.