“Hay golpes en la vida más fuertes que ser lanzado de una quebrada a los seis años, siempre llevaré conmigo el recuerdo de los dos amores más grandes de mi vida, el primero me enseñó cómo estar preparado para enfrentar la vida y el segundo me enseñó cómo enfrentar la vida sin estar preparado”.
Eugenio Derbez. No se aceptan devoluciones
El cine local y nacional ha avanzado enormemente; sin embargo, se siguen quedando cortos sus largos en materia de diálogos, actuación y otros detalles. Para tener en cuenta entonces me voy a referir a un filme que hace un par de meses estuvo en cartelera y que se llevó un par de millones al bolsillo y la aceptación de un público que al principio se mostraba escéptico pero que cuando fueron a ver la película salieron enamorados de la historia y sus personajes.
El 6 de septiembre del 2013 se estrenó la opera prima del actor y cómico mexicano Eugenio Derbez, No se aceptan devoluciones. El film de bajo presupuesto, $5 millones de dólares, sorprendentemente logró recaudar más de $84 millones de dólares, lo que llevó a la cinta a posicionarse como la película mexicana más taquillera de la historia, superando a El Laberinto del Fauno catalogada como la película española más taquillera de la historia. El día de su estreno recaudó más de $39 millones de dólares, como quien dice, con ese primer día Derbez hizo para pagar el dinerillo de la inversión. De ahí en adelante ya nadie la pudo parar.
Pese a su recaudo jugoso, haber triunfado en el país gringo y en otras partes del mundo, No se Aceptan Devoluciones, en aquel entonces, no fue aceptada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas para representar a México y por tal razón ha tenido que batallar como independiente en los distintos festivales. Asunto que no ha sido impedimento para esta cinta que para algunos críticos, está llena de clichés y retazos de otras películas como: La vida es bella, En busca de la felicidad, Kramer contra Kramer, entre otras, pero que sin lugar a dudas logra clavarse en lo más profundo del corazón de sus espectadores, moviendo todo tipo de fibras y emociones.
Ahora bien, ¿Qué tiene de particular esta cinta que conserva la picaresca del humor mexicano y la cual ha hecho que tanto grandes y críticos, incluyendo a los chicos, queden prendidos de ella? Pues aunque la respuesta parezca amañada y “clichésuda”, la película tiene magia. Así es, tiene la magia de Derbez, una magia que le llevó perfeccionar durante doce años de su vida, escribiendo una y otra vez el guión, pensando en cada detalle, buscando el patrocinio, locaciones, actores entre otros. De hecho, la idea original era pensada para que fuese coprotagonizada por un niño, pero la aparición de Loreto Peralta (Maggie) fue el toque que le hacía falta al truco. Para completar el gran acto, Derbez nos lleva al clímax, en palabras de Aristóteles y su poética: “con un final, tanto inevitable como inesperado”, consiguiendo cautivar al mundo del cine moderno que lamentablemente se ha acostumbrado a la temática hollywoodense que nos aleja y nos hace olvidar de ese sentir humano, de esa reflexión y ese pensar que nos ofrece a manos llenas esta obra maestra que no acepta devoluciones.
La película de Derbez resulta ser muy pedagógica para los cineastas de hoy, especialmente los que están haciendo cine en Ibagué y quienes ya evidencian los mismos males del cine nacional. Hacer cine no es como ir a ver corren a los caballos y apostarle al más rápido. Hacer cine, no es un asunto de querer figurar o hacer por hacer para luego esperar ese dicho popular tan reconocido últimamente que dice: “Al menos se le abona que están haciendo algo”. Como tampoco es bueno trabajar con envidias, chismes y lo que es peor, sacando la mayor tajada al mejor estilo del político corrupto como suele suceder.
Los trabajos cinematográficos locales y nacionales por lo tanto, están invitados a darle ese toque mágico a sus producciones, evitar en lo posible esas historias vacías con sus diálogos que no dicen nada o que están atiborrados de un lenguaje soez que no hacen otra cosa que alejar al público. El cine es como la vida misma a pesar de su ficción.
Por Luis Carlos Rojas García, Kaell, escritor, cineasta.