El exalcalde pretende volver al cargo sin haber solucionado problemas coyunturales de la ciudad.
Y es que muchos ven como poco viable el regreso de Rodríguez Góngora al primer cargo de elección popular de la ciudad. De hecho, su preferencia en sondeos de opinión no llega ni a copar las expectativas del favor popular
Esto, porque pese a haber estado dos veces en el cargo, no logró solucionar la crisis del acueducto complementario que a gritos está pidiendo la capital tolimense desde hace años.
Rubén Darío tampoco cumplió en dejar a punto la malla vial, ni en la organización del transporte urbano, una papa caliente que pareciera no tener doliente, ni solución a mediano plazo.
Antes en la última administración de Rodríguez Góngora (2004 – 2007), afloraron los escándalos de corrupción de funcionarios y cercanos suyos, sin que merecieran la censura del ahora candidato. Temas como los sobrecostos en el lote de la perrera, la camioneta estrellada de Rodrigo Páez, los contratos de María Norby Portela con ‘profesores fantasma’, y otras perlas, dejaron más dudas que certezas en la opinión pública ibaguereña.
Tampoco en su estancia en el Congreso llegaron los grandes proyectos o realizaciones que beneficiaran a Ibagué. Por el contrario, se le criticó por haber impulsado una ley para excarcelar a los mayores de 65 años, algo que se interpretó como un salvavidas para el exsenador Alberto Santofimio, viejo amigo, jefe y copartidario del exalcalde Rodríguez Góngora.
Hoy, con más de 60 años a cuestas, ‘Rubencho’ hace su último esfuerzo para tener cuatro años más de gloria y redención, no solo personal, sino también del grupo de amigos que le endulza el oído, y que son los mismos de hace veinte o treinta años, de la rancia camarilla Liberal que no permite la renovación en el Tolima, y que vive a costa de puestos y contratos públicos, porque no encontraron otro oficio digno de ejercer en la vida.
Ningún político de importancia, o de reconocida solvencia moral, acompañó a Rubén Darío Rodríguez en el lanzamiento de su campaña en el Hotel Ambalá. No se sabe si el pueblo, que siempre es más sabio que sus dirigentes, haga lo mismo en los próximos comicios de octubre