Esta semana leía en una página llamada Ciudadanos por Ibagué, que el exalcalde Andrés Hurtado nombró a una presunta sobrina de la vigente alcaldesa en la Secretaría de Gobierno. Hay que indicar que el decreto existe y es del 29 de diciembre de 2023. Faltaban apenas dos días para que tomara posesión Johana Aranda
El Nepotismo siempre ha existido. De hecho en la Edad Media los Papas nombraban a sus parientes para cargos eclesiásticos. Hizo parte del Imperio Romano, y también Napoleón Bonaparte nombró a familiares cuando fue emperador.
El problema es que esta es una práctica que tiene su origen en el autoritarismo, en el absolutismo, en resumen; en los dictadores. Se supone que en una democracia, la soberanía recae sobre el pueblo y no en quienes son elegidos. Sin embargo, es una utopía.
Por ejemplo, yo voté por el gobierno del cambio a nivel nacional y está salpicado de nepotismo, amiguismo y clientelismo. Soy consciente de sus enemigos pero, eso no me impide reconocer que muchas de las mañas que esperábamos se acabarán, siguen igual.
El Tolima sí que vive a flor de piel el Nepotismo. Hace unas décadas la familia Jaramillo controlaba el departamento y en la actual coyuntura podemos ver que el apellido Barreto aparece en más de una personalidad. Igualmente sucede con los Hurtado y seguramente será así con los Aranda.
Hay un exalcalde que negocia con su apoyo y en primera lista siempre pide para su mujer, su hijo, sobrinos y otros cercanos. Es un secreto a voces que cuando un político tiene poder, generalmente lo pondrá a favor de los suyos. Muy pocos se salvan de este proceder.
El verdadero problema es que la política en otros tiempos servía mucho y casi que alcanzaba para que nadie se fuera sin su tajada del ponqué. Ahora que hay universidades de garaje y salen profesionales por doquier, el desempleo en ciudades como Ibagué sigue siendo dramático. El que no emigra le toca la alternativa del rebusque.
Obviamente, esta situación hace que la ciudadanía se rebele al ver desbordado el Nepotismo 2.0 y empiece a reflexionar sobre las maneras de hacer política. Aspirar a un nombramiento es casi imposible, los buenos cargos son contados y los contratos por OPS los están dando por tres y cuatro meses en el año.
La culpa no es del vivo sino del bobo. El avivato se sostiene con sus promesas y si el pendejo se las cree, pues nada que hacer.
Se sabe que el político llámese concejal, diputado, alcalde o el que sea, primero pensará en él y en su familia: cónyuge, hijos, hermanos, sobrinos, etc., luego en sus deudas y compromisos. Al final de lo que quede, seguramente se acordará del ciudadano.
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy
Editor General