Transcurrido el debate electoral por el poder administrativo de El Líbano, por demás “maluco”, los ánimos se han apaciguado, obvio persisten resentimientos, pero ahora la expectativa se centra en la designación de los colaboradores inmediatos de la alcaldesa electa, Beatriz Valencia Gómez, así como en la elaboración del plan de Gobierno 2024 – 2027 que debe dar cumplimiento al anunciado cambio, aunque, de otro lado, hay también cierta inquietud por rumores de demandas de su credencial ante la justicia administrativa; que de ser cierto se resolverán cuando esté en el ejercicio de sus funciones.
Para ningún residente de la otrora cuna cultural del Tolima, es desconocido que el debate fue cáustico (mordaz y agresivo), por cuenta de unos pocos candidatos y algunos de sus seguidores, al priorizar su accionar en el ataque personal, el populismo, algo de artes escénicas y falacias, sin brindar al elector la posibilidad de conocer su programa de gobierno, las propuestas concretas, viables, medibles y con fuentes de financiación, como lo establece el DNP y lo exhortó la Procuraduría, sobre todo para un pueblo que necesita salir de su estancamiento y proyectarse con modelos novedosos y competitivos.
No voy a entrar en detalles de los hechos, ni tampoco en sus ingenuas justificaciones que desconocen la esencia del libanense: respetuoso, intuitivo, sereno, ingenioso e inteligente; pero jamás lerdo.
Y como si fuera de poca monta lo sucedido, le agregamos la intervención política del Hospital Regional Alfonso Jaramillo Salazar antes del día electoral por parte de la Supersalud con unos actos administrativos exprés, que a propósito de ello, el candidato liberal salió a atribuirse aunque al día siguiente se retractó.
De esta intervención me referiré en otra nota, además los lectores saben que la misma es el resultado de la lucha por el poder en el Tolima, entre los jefes liberal y conservador, en donde el chivo expiatorio fue la institución, su gerente, algunos contratistas y más de 70 familias, cuyo sustento económico dependía de su trabajo directo o indirecto en este hospital.
Pero, volvamos al debate y a la actualidad local. Mi voto a la Alcaldía fue por el médico Diego Fernando Padilla, quien manejó una campaña responsable, con ideas y con altura. Jamás respondió las agresiones verbales, que involucraron hasta a su familia. Él, fue víctima de un complot, de triquiñuelas, de acuerdos y traiciones.
Ojalá ese liderazgo, la capacidad y conocimientos que tiene Diego Padilla lo capitalice el nuevo gobierno del Tolima, porque además, estamos huérfanos de enlaces efectivos en la instancia departamental y en el “virreinato de Bogotá”, cómo sarcásticamente Guillermo Alfonso Jaramillo se refería al poder nacional, donde ahora se encuentra y muy cercano al virrey.
No puedo desconocer que la alcaldesa electa, con quién manejamos la campaña de Miguel Barreto y José Élver Hernández en el 2014 al Congreso y luego en las presidenciales estuvimos en la misma orilla pero en puertos diferentes, es una mujer capaz, preparada, joven y arriesgada, perteneciente al denominado choquismo, como lo confirmó el propio ‘Choco’ al hacer el inventario de las alcaldías donde triunfó.
A la señora alcaldesa le deseo éxitos en su administración y programa del cambio. La comunidad espera conocer la verdad sobre el PBOT y la línea que seguirá, así como la realidad económica de Emser, de la planta de sacrificio animal y de otra serie de asuntos que no han trascendido a la base de la democracia.
Finalmente, es prudente decir que la comunidad está expectante en la selección de sus colaboradores inmediatos, porque allí está la demostración de su carácter e independencia, además que gran parte del éxito depende de ellos.
La capacidad, la experiencia, la sencillez y el pulcro manejo de los recursos públicos son condiciones fundamentales, y para no tener equivocaciones en este último, en la honestidad a toda prueba, es solo seguir esa máxima del maravilloso poeta Rafael Pombo: “gobiernos dignos y timoratos, donde haya queso no mandéis gatos”.
Por: Miguel Salavarrieta Marín
Periodista independiente.