tres presidentes
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El día en que Colombia tuvo tres Presidentes

Un poco de historia no está mal. Sucedió el sábado 13 de junio de 1953. Colombia amaneció con Roberto Urdaneta como presidente encargado para luego reasumir el cargo Laureano Gómez. Llegando la noche de ese mismo día el general Gustavo Rojas Pinilla, Comandante de las Fuerzas Armadas, daría un golpe de Estado y asumiría el poder.

¿Cuál fue el contexto? Es prudente recordarle a los amantes de la historia que desde Antonio Nariño y Camilo Torres por allá iniciando la segunda década del siglo XIX ya había polarización. Ni siquiera esta patria se había emancipado del yugo español y mucha sangre se derramaba por las diferencias entre centralistas y federalistas.

Con la Independencia no cambió nada. Antes se exacerbaron las diferencias ahora encarnadas entre los seguidores de  Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander. De ahí nacerían los partidos tradicionales Liberal y Conservador, protagonistas de la vida nacional y responsables de todas las guerras civiles y de la violencia.

Los liberales tuvieron el poder en el Olimpo Radical (1863 – 1886). Los conservadores después de varias guerras lo asumieron en la Regeneración y su hegemonía duró hasta 1930. La colectividad roja asumiría una segunda república hasta 1946 en la que  por estar divididos Jorge Eliécer Gaitán y Gabriel Turbay perdieron el poder con el conservador Mariano Ospina Pérez.

La polarización jamás se detuvo porque los liberales controlaban las mayorías en el Congreso. Todo indicaba que Gaitán sería presidente y lo asesinaron en 1948. De ahí arrancaría una etapa más dantesca. En las elecciones de 1950 los rojos no presentaron candidato por falta de garantías y eso permitió que Laureano Gómez llegara a la presidencia.

Para algunos de manera legítima, para otros ni por las curvas. A Gómez se le acusaba de intento de derrocamiento en 1944 al presidente Alfonso López Pumarejo y de otros atentados contra la colectividad roja años más tarde.

Por problemas cardíacos Laureano Gómez tuvo que retirarse de su cargo y designó a Roberto Urdaneta en su reemplazo.  No obstante, el 13 de junio de 1953 ante los rumores (bien fundamentados) de un golpe de Estado que se fraguaba entre liberales y una fracción conservadora anti-laureanista decidió retomar el poder. Su primera acción sería destituir al general Gustavo Rojas Pinilla por conspirador.

No duró muchas horas Gómez en el poder y el plan orquestado semanas antes en un banquete de gala en la Escuela Nacional de Cadetes, se materializó. Rojas Pinilla con el respaldo de la cúpula militar pero en especial con el apoyo político propinó el golpe de Estado (se calificó de golpe de opinión por lo antipopular de Gómez). Ante la negación de Urdaneta (se lo ofrecieron) de seguir en el poder, lo asumió el General.

Por la noche, Rojas Pinilla tenía completamente el control del Estado. Años después los mismos partidos políticos que lo apoyaron terminaron buscando a Laureano Gómez (exiliado) para convencerlo de acabar con la dictadura y repartirse el poder por mitad (nacería el Frente Nacional). Mentira, en Colombia siempre ha existido una repartición del poder entre los mismos bandos. Algunas veces lo han asumido por la fuerza y otras veces en contubernios.

Nos ha vendido una historia de malos y buenos contada desde la perspectiva de cada colectividad.  Dependiendo de quién la cuente, algunos son demonios y otros son ángeles. La realidad es que los rojos o azules han tenido responsabilidad total en la debacle de la nación.  Hoy por hoy y como si el tiempo no pasara, la polarización sigue más viva que nunca y ahora el campo de guerra son las redes sociales.

Tres presidentes tuvo Colombia en un solo día, pero la realidad es que desde la Nueva Granada nos han gobernado españoles y su descendencia. El formato es el mismo porque así llegue alguien «de abajo» el sistema es controlado por la misma Bestia. Es un Leviatán, como lo describe Thomas Hobbes en su obra maestra. Nadie asume el poder sin venderle el alma al diablo. Nadie.

Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy.

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