Puede ser que los Campeonatos Mundiales de Patinaje de Velocidad 2021, que se están desarrollando en Ibagué, no solucionen los problemas estructurales de la ciudad. Sin embargo, quién podría dudar que un evento de esta magnitud no se convierte en un oasis del desierto en una golpeada comarca que en años anteriores fue noticia mundial por culpa del descarado robo de los escenarios deportivos de los Juegos Nacionales.
Tuve la oportunidad de entrevistar en dos ocasiones a José Acevedo, presidente de la Federación Colombiana de Patinaje, quien me contaba que el evento estuvo a punto de tener como epicentro la ciudad de Cartagena. Debido a los celos y riñas políticas entre el gobernador de Bolívar y el alcalde de La Heroica, se abrió la posibilidad de pensar en la capital del Tolima. De hecho, me manifestaba que no fue fácil convencer a las directivas de World Skate, de fijar su atención en una ciudad intermedia de la cual jamás habían escuchado y ni siquiera sabían pronunciar su nombre correctamente.
Dijo Jesucristo: » Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios» y por lo anterior, se debe reconocer y aplaudir la gestión del alcalde de Ibagué, Andrés Hurtado y del gobernador del Tolima, Ricardo Orozco. Aclaro que no tengo compromisos políticos con ninguno de los dos. Tampoco hice parte de ninguna de las dos campañas que los llevaron a regir los destinos de la región. No obstante, desde un punto de vista independiente, serio, profesional, escribo que fue completamente acertada esta iniciativa y que no cabe duda que esa unión de criterios entre ambas administraciones, han permitido varios aciertos. Tengo muy claro que los periodistas debemos estar lejos de los celos partidistas y burocráticos que han caracterizado la historia de la Ciudad Musical.
Dirán que es una urbe chica que cuenta con un excelente escenario deportivo de talla internacional (Patinódromo). En efecto, no olvidarán la hospitalidad de su gente, la calidad humana, el clima, la gastronomía y lo bien que estuvo organizado el evento, en medio de las limitaciones. De seguro, eso será más gratificante para los ibaguereños a que nos recuerden como el pueblo en donde unos pícaros hace un poco más de un lustro, se robaron los sueños de cientos de deportistas.
Dirán algunos ¿será que eso solucionará los problemas estructurales de la ciudad? Es claro que un evento deportivo no arreglará las falencias de fondo de un municipio (agua, vías, empleo, salud, etc.). Sin embargo, se aplaude, que por fin unos mandatarios entendieron que el deporte a largo plazo sí puede ayudar a evitarlos en un importante porcentaje.
Con el deporte se trabaja la salud de manera preventiva, se evita que los niños y jóvenes terminen en vicios o en actos delictivos. La disciplina deportiva es una estrategia inequívoca para formar personas de bien, emprendedoras, proactivas y diligentes. A los que dicen y repiten que el “deporte es vida” tienen más que razón, de ñapa les agrego que también es alegría y progreso. Eso es lo que veremos por estos días en nuestra amada Ibagué.
Muy seguramente la hotelería por estos días estará full, varias empresas de transporte en furor, los sitios turísticos más concurridos, al igual que los restaurantes y hasta los bares. No solo eso. La señora de los mangos venderá más, el de la forcha, el de las artesanías y todo el comercio informal en general se verá beneficiado. También, muchos periodistas de la región tendrán la oportunidad y la satisfacción de cubrir un mundial deportivo y con el valor agregado de ser anfitriones.
En resumen, los Campeonatos Mundiales de Patinaje, se convierten en la oportunidad de tener esperanza frente al futuro que le depara a esta comarca por lo menos en materia deportiva. Ojalá, los que tuvieron la oportunidad y no hicieron nada, por lo menos, no traten de empañar la labor de otros que han demostrado con trabajo que sí se puede.
Alguna vez mi gran amigo, Ferney Varón, me contó la historia de los cangrejos tolimenses y los paisas que eran guardados en baldes distintos. El recipiente de los primeros estaba sin tapa porque no había necesidad de ponerla. La fábula dice que cuando uno de ellos intentaba subir, los otros se organizaban para impedir su ascenso.
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No queremos más cangrejos así en el Tolima. No queremos más políticos que: “ni rajan ni prestan el hacha”. Está ciudad necesita del trabajo articulado de todos para salir adelante.
¡Felicitaciones a toda la organización del Mundial!
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy
Comunicador Social y Esp. en Educación, cultura y política
Docente