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En Colombia todas las vidas no valen lo mismo

El atentado del que fue víctima el senador y precandidato Miguel Uribe Turbay es repudiable e injustificable. Asimismo, exige resultados inmediatos para castigar con todo el peso de la ley a los determinadores.

Todo lo anterior , no porque sea un hombre de abolengo. Tampoco por su investidura de senador o por ser un precandidato presidencial. La justicia debería actuar con celeridad porque es un ser humano, un colombiano. Es una vida.

Hemos visto en este caso mediático el rechazo social desde todos los sectores de la comunidad. Políticos, empresarios, cantantes,  actores, académicos, entre otros; se han pronunciado al unísono con suma indignación.

Lo triste es que esa misma energía y ese mismo proceder,  no es igual cuando se trata de colombianos de a pie. Cuando las víctimas no salen en las revistas, ni van a los clubes famosos no entran en el radar de la opinión pública. Esos asesinatos se mantienen en el anonimato.

Aquí matan todos los años a políticos rurales, a líderes sociales, a defensores de derechos humanos,  a periodistas locales, a microempresarios, a mujeres y niños. Hemos convivido por décadas con esa realidad.

Cuando la violencia sale de las veredas o del barrio popular y llega a Centro Andino; todos nos sorprendemos. No nos asusta la muerte de los pobres, esa parece más digerible.

Toda  nuestra solidaridad con la familia y los amigos del senador Uribe Turbay.  Ojalá este lamentable hecho sirva para entender que la vida pende de un hilo y que es vulnerable para todos.

De ahí parte la necesidad de unirnos todos sin importar la ideología política, en contra de los violentos. Aquellos que están pescando en río revuelto y sacando provecho político de esta escabrosa situación, también están apretando el gatillo.

¡La violencia solo engendra violencia!

Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy

Editor General

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