Les sirvió para consolidar Alcaldía de Ibagué y la Gobernación.
No solo con la estrategia de bajar a José Barreto y hacerlo unir a Andrés Hurtado, a 11 días de las elecciones.
La estrategia también incluyó dejar a José que apreciera en el tarjetón, y por descarte o de manera intencional hacer que votaran por él y reducir así el posible margen de ventaja que pudiese obtener el candidato al que venció Hurtado.
No puede ser que en Ibagué haya 2.669 despistados que no se hubiesen enterado por las redes sociales, la radio, o el voz a voz de los vecinos que José Barreto Castillo, hermano del senador Miguel Barreto, había renunciado a su aspiración y no iba en la tarjeta electoral; o que votar por él era tener un voto inocuo.
Para el anecdotario, quedará la duda sobre si fue real o inventada la pelea del gobernador Oscar Barreto con su primo, José Barreto.
No olvidar también que desde el inicio de la campaña José Barreto y Ricardo Orozco compartieron los mismos avales: la U, la ASI y el Mira. En el caso de Orozco se daba por descontado que lo apoyaban en contraprestación a cuotas y burocracia que les entregaron en la Gobernación.
¿Pero si José no tenía nada que ofrecer es plausible preguntarse si la negociación entre el gobernador y estos partidos incluyó la concesión del aval, también para su primo, aunque se sabía que no iría hasta el final de la campaña?
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De todas maneras, también debe ponderarse que la estrategia funcionó y les permitió retener la Gobernación con Ricardo Orozco, y conquistar la Alcaldía de Ibagué con Andrés Fabián Hurtado.
Además, la Casa Barreto molió a los viejos caciques y casas políticas del Tolima, en estas elecciones: Mauricio Jaramillo, Guillermo Alfonso, Carlos García, Emilio Martínez, Carlos Edward Osorio, quedaron con dificutaddes o borrados del mapa electoral de la región.
En conclusión: el barretismo llegó para quedarse.