Si hay algo que es motivo de mofa, es leer en las redes sociales a algunas personas que van al gimnasio y escriben frases como las siguientes: “el mundo es de los fuertes” o “solamente los guerreros llegan a la meta” o cosas así por el estilo. Me siento con algo de autoridad moral para hablar, porque soy de los que me gusta el deporte y asisto con regularidad a estos sitios. Lo que sucede, es que sí me da escozor ver la superficialidad, la banalidad y la estupidez que abundan en este ambiente.
No quiero confundir las cosas. No está mal cuidarse, tanto por la salud física como la mental. Es válido pensar, en que es satisfactorio por simple autoestima, ver un cambio estético gracias a la disciplina del deporte. Sin embargo, esto a nadie le da el derecho de sentirse más que su semejante, por haber mejorado su apariencia física. Adicional a eso, creo que se ve muy poco congruente y no deja de ser una falta de respeto con quienes les ha tocado luchar en la vida, calificarse de guerreros o empoderados, por el hecho de alzar mancuernas.
Es claro mis queridos compañeros de gimnasio, que no nos convertimos en guerreros únicamente por el hecho de estar metidos siete días a la semana en este recinto. Tanto a hombres como a mujeres les digo: el mundo no necesita de tus bíceps ni de tus glúteos. Que alguien te dé like por admiración o simple atracción (somos seres sexuados) no indica bajo ningún parámetro que has llegado muy lejos en la vida y menos que te cataloguen como un luchador.
Comer siete veces al día (o más), entrenar tres horas, caminar como Johnny Bravo, alzar mucho peso, eso no tiene un gran mérito. Menos, si eso se acompaña de una personalidad narcisista, egoísta y vana. En este mundo con ejercicio o sin él, nadie escapa de las desavenencias y vicisitudes de la vida. Es mejor no inflar tanto el ego, para que luego no falte el alfiler que lo desinfle. No podemos confundir autoestima con egocentrismo.
Tuve la oportunidad de conocer a un médico veterinario, que trabajaba con todo el amor hacia los animales a pesar que llevaba padeciendo un cáncer avanzado desde muchos meses atrás. Tengo un amigo que perdió a sus padres en menos de dos años en circunstancias muy dolorosas, y a pesar de su tristeza sigue enfocado trabajando de sol a sol para salir adelante. Conozco varios jóvenes que son consagrados a su disciplina deportiva a pesar que tienen que irse con una aguadepanela con un pan a entrenar. Esos son verdaderos guerreros.
El colombiano promedio que lucha por sacar a su familia adelante y que tiene que trabajar en lo que le toque para llevar el sustento a los suyos. El niño de la escuela rural que camina dos horas (inverosímil) para poder educarse y su único alimento es el que le otorgan en su plantel educativo (generalmente de baja calidad). La señora que tiene un puesto de dulces y con lo que vende mantiene a sus cinco hijos. Ellos también son guerreros.
Debería darles vergüenza a algunos sentirse guerreros porque sus dietas valen dos o tres millones de pesos mensuales (a veces más), toman suplementos, creatina, pre-entrenos, o usan esteroides con la finalidad de verse en un espejo parecidos a Lou Ferrigno. Obviamente, ni por las curvas, puesto que ni siquiera son profesionales de este deporte. Lo patético, es que tan sólo un resfriado o una gripe los deja de psicólogo. No obstante, escriben con ahínco: “volveremos más fuertes”.
O qué piensan de la chica que levita cuando entra al gimnasio mostrando su derriere, y está convencida que es fuente de admiración, cuando realmente la están morboseando. Orgullosa de su liposucción, marcación abdominal, y de tener el tiempo de pasar cuatro horas en el gimnasio, porque es una mantenida. También no duda en escribir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Esa misma, que pone su trasero en primer plano en Instagram, pero que se ofende hasta lo sumo porque le faltaron al respeto.
La realidad es que vivimos una época muy superflua, de esas en donde como leía en un meme, tiene gimnasios llenos, pero, librerías vacías. El resultado de esto, ver gente bonita, que publica frases de autores que jamás han leído. Esas que tienen cientos de seguidores en sus redes sociales, convencidas que son importantes, lo que no se dan cuenta es que llaman la atención de aquellos que tienen la profundidad de un “charco de agua”.
Creo que el mensaje para 2022, es bajarle a la prepotencia. Estamos saliendo (eso creo) de una pandemia y parece que la misma, no fortaleció nuestra resiliencia. Al final, no se nos puede olvidar que somos más que una envoltura carnal y que día a día (con ejercicio o sin él) nos estamos deteriorando y volveremos al polvo. En la India, en el Siglo V, le exponían las 32 partes del cuerpo a los futuros ascéticos para desligarse de los apegos carnales. Nuestro cuerpo sea femenino o masculino, estético o feo por fuera, está hecho de: sangre, bilis, flemas, moco, grasa, excremento, entre otros no agradables componentes.
Volvamos a enamorarnos del ser, de lo que genera: afecto, comprensión, conocimiento, ideas, apoyo, diversión, tranquilidad, para enfrentar los avatares de la vida. Si te enamoras apenas de un culo, es bueno que recuerdes lo que produce, por más bonito que este sea. Una cosa más, respetemos a los verdaderos guerreros y dejemos de seguir aplaudiendo lo trivial. ¡Salud por todos los Guerreros!
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy.