Para inicios del siglo XX Colombia estaba todavía anclada en el Medioevo con La regeneración de Núñez y Caro. Fue un tiempo oscuro en el que se firmó un concordato entre el Estado y la Iglesia y esta última controlaba la educación, los valores y el papel de la mujer en la sociedad.
Las damas no tenían derecho a manejar sus bienes, ni siquiera los heredados (eran sus maridos). No podían ir a la Universidad y menos elegir o ser elegidas. Apenas las niñas ricas terminaban la secundaria y lo hacían en monasterios.
Prácticamente las mujeres servían según el Clero, para criar a los hijos y apoyar al marido incondicionalmente. Un interesante caso en el año 1914 fue el de la profesora María Rosa Tejada quien fundó el Centro Cultural Femenino aplicando el método Montessori en Antioquia. Por su trabajo fue perseguida y expulsada de Yarumal y posteriormente de Manizales y Pereira, por presión de la Iglesia.
En el año 1926 en el gobierno de Pedro Nel Ospina (conservador) se trató de modernizar la educación con la llegada de una comisión alemana. La presión del Clero, permitió que los germanos se devolvieran a su país con sus ideas de una educación con espíritu científico y mixto. Fue deshecho el proyecto de inmediato porque atentaba contra los valores cristianos.
No cambió casi nada con la llegada del primer gobierno liberal timorato de 1930 en manos de Enrique Olaya Herrera. Para 1934 pese a algunos cambios de La Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo el Código Penal de 1936 permitía sanciones drásticas para las mujeres. Por ejemplo hasta 1950 los maridos celosos mataban impunemente a sus esposas infieles aduciendo la figura de ira e intenso dolor.
Pasada la Segunda Guerra Mundial, el periódico El Tiempo (de corte Liberal) insistía en la necesidad de evitar que la mujer sufragara. Consideraba que era el primer paso para la degradación femenina y su funesta debacle. Para el conservador. Laureano Gómez, fundador del diario El Siglo en 1936, Colombia debería tomar el sendero de la Italia fascista, de la Alemania Nazi y de la España de Franco. Llevaba bajo el brazo el libro de “No hay enemigos a la Derecha” de Silvio Villegas.
Tanto los liberales como los conservadores jugaron en el mismo bando con algunas pocas excepciones. Personalidades como María Cano, Jorge Eliecer Gaitán, Geraldine Moline y José Mar, fueron quienes desde distintas orillas, dieron la pelea por la igualdad de derechos totales entre hombres y mujeres.
La mujer votó apenas hasta el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla en el plebiscito de 1957. Han sido desde ahí, cerca de 70 años de muchas luchas para dignificar su papel en la sociedad. De a poco las féminas se han visto inmersas en papeles de liderazgo político como: ministerios, alcaldías gobernaciones y en el Congreso. Apenas para el 2018 el Senado llegaba al 20 por ciento de mujeres en su confirmación.
Si bien, el camino para llegar a la igualdad está lejos, es claro que no es orinando iglesias que se logrará el objetivo. De hecho este tipo de acciones son repudiables. No obstante, tampoco el derrotero es defender las infamias del pasado auspiciadas por el Vaticano y por la extrema derecha.
En resumen mis queridas lectoras, sus derechos se han ganado a punta de luchas. Desde la Revolución Industrial, el sindicalismo, el socialismo y el progresismo de algunos liberales, se han estructurado las batallas. Las “sanas costumbres” que algunas defienden con tanta vehemencia, si existieran al día de hoy; les permitiría apenas: cambiar pañales, lavar platos y atender a maridos infieles.
Gracias a Dios, se acabó la Regeneración y su concordato y Colombia es un estado laico amparado en la Constitución de 1991. Gracias a Dios, son pocas las personas que siguen pensando como el político dizque liberal Germán Arciniegas quien expresó hace algunas décadas que:» la mujer no es sujeto competente de ciertos menesteres y profesiones».
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy
Editor General