En un trapiche cercano a Ibagué.
Es el trapiche de Leonardo, ubicado en la vereda Chucuní de la capital tolimense.
Allí, cada 15 días, procesan la caña que ellos mismos cultivan. Primero la trituran para sacar el guarapo que pasa a calentarse en unos hornos que están ubicados debajo del piso.
El bagazo de caña resultante, no se desperdicia, sino que se utiliza como combustible para calentar el horno.
A la mezcla se le añade Guásimo, una planta que aclara la panela y le da sabor. “Como usted puede ver, acá no le añadimos nada más que eso. La panela es pura y natural. Hemos sabido de otras partes donde le echan cal a la panela, o derriten azúcar para rellenarla, algo que no está bien”, dijo uno de los trabajadores del trapiche.
Al final, la panela se deposita en moldes, se enfría y ya está lista para ser comercializada. Se consigue el atado (dos panelas).
Pero casi toda la producción se vende en la zona y no alcanza a llegar a los supermercados o grandes superficies de Ibagué, según informaron los operadores del trapiche.