Querido profesor, de antemano espero que se encuentre muy bien. Por ahí he visto sus publicaciones en Facebook y se le ve radiante. Lo felicito, tiene usted una familia muy bonita.
Me atrevo a escribirle para contarle que por aquí todo está como cuando usted se fue, su mar, sus montañas, el viento, los río, el atardecer, la calidad de la gente, la carretera, todo, absolutamente todo está igual.
Es como si el tiempo no corriera; bueno, usted más que nadie sabe que así pasa y se dará de cuenta cuando regrese y tenga la oportunidad de recorrer todos esos caminos que recorrió y los que le ha hecho falta por recorrer que es como se lo estoy escribiendo.
Le escribo también para contarle que, desde su partida, la luna, los pájaros, los animales, el cielo, los duendes y todos esos espíritus del bosque que lo acompañaban en sus viajes preguntan por usted.
Ni hablar de los Bambucos, las Guabinas, la Salsa, el Joropo y qué me dice del Vallenato profesor, todos ellos no hacen sino referirse a usted en cada toque, en cada encuentro y, por supuesto, en cada parranda.
¡Ay profe! Usted escuchara cómo suena de bonito ese acordeón y las voces profe, las voces que cantan esas letras que hablan de ese profesor que un día de aquí partió.
¡Profe! Yo sé que todo el mundo dice que la vida allá es mejor, pero, también sé que usted como ningún otro conoce lo que es la vida aquí, desde todo punto de vista; tal vez por eso me atrevo a escribirle con tanta confianza. Espero no incomodarlo con tanta cosa.
Espero que su hermosa esposa no sea celosa porque ¡Ay qué pena con ella profe! Además, que me gustaría conocerla a su regreso y no quiero que se lleve una mala impresión de mí.
Solo quería decirle esto profe, lo extrañamos más de lo que usted se imagina. Yo personalmente no puedo olvidar la manera cómo usted me miraba, me describía. No puedo olvidar tantos amaneceres y atardeceres mirándome en sus ojos, leyéndome en sus letras, sintiéndome en lo más profundo de sus sentimientos y sintiéndome amada con cada palpitar de su corazón.
A mí no se me ha olvidado profe nuestro último amanecer, cuando usted iba ese bus y me miró fijamente a través de la venta. Recuerdo que hasta publicó unas letras lo más de bonitas en el Facebook.
En verdad lo extraño demasiado profe. Espero algún día, más pronto que tarde, pueda volver para que viajemos juntos otra vez, para que vuelva a sentir el viento en su rostro, la brisa de mi mar y el calor acariciando su piel. Para que su orgullo de ser colombiano ilumine cada rincón de mi ser, desde la Guajira hasta el Amazonas y cada lugar que son parte de usted.
¡Vuelva pronto, profe! Aunque dicen que uno no debe volver al lugar en donde alguna vez fue feliz… pero, yo sé que usted no es como todos esos a los que se les brindó lo mejor y ahora, por estar allá, no hablan sino pestes de mí. Usted no es como esos a los que les importa cinco la situación de su país por creer de mejor familia.
Bueno profesor, no lo molesto más, le mando todo mi amor, mi cariño y admiración; recuerde que aquí tiene una amiga sincera, de esas de verdad, verdad. Una amiga entrañable que muere de ganar por verlo y compartir con usted una vez más.
Hasta una próxima oportunidad mi profe.
Atentamente:
Colombia
Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.