Uno de los tolimenses más queridos, admirados y respetados por sus coterráneos y foráneos de Colombia y el exterior es el maestro César Augusto Zambrano Rodríguez, debido a una serie de singulares condiciones humanas que lo han convertido en un ser extraordinario; de esos inolvidables que trascenderán el tiempo y las fronteras.
La personalidad del maestro, su vida y su obra, están revestidas de una sabiduría que se plasma en sus acciones cotidianas, en sus realizaciones culturales y sociales de reconocimiento local y nacional, en ese compromiso real que tiene con el Tolima, la patria y su universidad. Pero es que en esa búsqueda del progreso humano y territorial lo hace sin protagonismos, con sencillez, con dedicación y cariño, con humildad y respeto, con un sustento responsable y social que a la fecha ninguna de las iniciativas emprendidas se encuentra en lista de espera; todos sus sueños han cristalizado.
Es que todos sus proyectos tienen un fuerte sentido humano de beneficio territorial a lo que agrega, sin exageración alguna, que en su vocería llevan su imagen, su impronta de éxito y esa credibilidad que es reconocida y aceptada por la academia, los políticos, los gobiernos, sus alumnos, sus profesores, el sector privado, su familia, sus colegas y compañeros que acolitan esas “aventuras” con fe ciega.
Este fin de semana que pasó, en Ibagué Festival, en el concierto central la diáspora tolimense le rindió un afectuoso homenaje y hace unos días, a mediados de agosto, la Universidad del Tolima, lo graduó como doctor honoris causa en Ciencias de la Educación, en ceremonia realizada en el Auditorio Mayor de la Música, escenario que ya se podrán imaginar ustedes quién figura entre sus mayores promotores.
Este es una exaltación, que por fortuna el Consejo Superior de la Universidad del Tolima, a través del tiempo, ha sabido interpretar y cuidar las excelsas condiciones de la investidura y sus destinatarios, muy pocos obviamente, muy valiosos y, entre ellos otro grande de mis afectos, el poeta y novelista Álvaro Mutis Jaramillo (1995), Magroll el Gaviero, nacido en Bogotá, pero con el corazón de su niñez y juventud en zona rural de Ibagué, en Cocora por donde libremente corre el río Coello.
César Zambrano nació en Ibagué y su profundo conocimiento del arte de la música y de sus actores lo lleva a afirmar que su ciudad natal es la capital de la música. A ese honroso título ha aportado con creces la provincia tolimense y cita una serie de músicos, compositores, agrupaciones y hechos históricos de diversas regiones, porque el “Tolima es musical”.
El maestro Zambrano ha tenido múltiples e importantes reconocimientos otorgados en su larga y fructífera vida musical y de trabajo social. En alguna época este columnista tuvo la oportunidad de trabajar cerca de él, de conocer las facetas de su vida, el amor por su esposa y sus hijos y esa hiperactividad de luchar por el progreso social de los tolimenses; por la paz.
Fueron muchas horas escuchando de sus sueños, pero también de arduo trabajo, bien sea con su traje de gala y batuta en mano o vestido de pelea, por ejemplo, en Rioblanco, saltando o como fuera de un helicóptero para cumplir los sueños de unos niños que anhelaban una sede musical y la obtuvieron, o en el Líbano dirigiendo la orquesta y los coros de la Universidad del Tolima en la conmemoración del día del Tolima.
Maestro, felicitaciones y gracias por su ejemplo y su amor por construir paz y patria.
Por: Miguel Salavarrieta Marín.