El Instagram de los abuelos fueron álbumes de papel que albergaban una colección de fotografías químicas que la mayoría de las veces reflejaban momentos felices (cumpleaños, primeras comuniones, navidades y algunos paseos). Muy rara vez alguna de ellas expresaba un momento difícil.
De hecho, cuando una fotografía llamaba la atención sin duda le preguntábamos al más viejo: ¿por qué el abuelo se ve tan triste en esa foto? Nos causaba curiosidad y esperábamos con intriga la respuesta.
El Instagram no es más que un álbum virtual que colecciona fotografías y videos de momentos casi siempre magníficos. También, es la herramienta en la que hoy en día muchos usuarios famosos monetizan sus historias. Deportistas, músicos, empresarios, influencer, etc., utilizan la aplicación para vender su imagen o la de sus productos.
Esto hace que cada contenido que sale en las cuentas, sea muy bien pensado, muy bien elaborado y exija incluso buenos editores de video, filtros y hasta profesionales del mercadeo en línea para ser muy llamativo. La gente del común también aprendió a manejar aplicaciones sencillas y colocan sus fotografías y videos muy llamativos aunque a veces no tan acordes a la realidad. Hace unos años lo llamaban exceso de retoques.
Esta aplicación sin duda es muy útil para miles de personas que generan dividendos con ella. También lo es, para todo el mundo porque ayuda a preservar la memoria histórica y los grandes momentos de la vida. Es genial para hacer un viaje al pasado.
El problema radica cuando las personas dan por hecho que esos momentos plasmados en la red social, son vitalicios y no tienen activado el filtro para entender que es apenas una parte de la vida. Seguramente, muy pocos comparten las desavenencias y menos aquellos que quieren mostrar vidas de ensueño que no existen.
Alguien me dijo una vez: “no tengo Instagram porque la gente solo pone vidas mentirosas” yo no estoy de acuerdo con esa afirmación. La gente pone en los álbumes como lo hicieron los abuelos, las cosas más bonitas y omiten las malas. La responsabilidad de quienes utilizan la aplicación, es entender que esa es una “parte” de la existencia, no obstante, también hay otra que no queda plasmada y quizás no es tan agradable.
De esa otra vida poco se sabe, incluso, ni la de los famosos. Es ahí cuando nos cuentan: “si sabe que fulanito está enfermo” “supo que zutano consume alucinógenos y tiene una seria adicción” “Sabía que Pepe está muy mal porque se está divorciando”. De este último solo vemos una espectacular foto en un playa mirando el horizonte y diciendo: “Aquí feliz cerrando ciclos”
En resumen no es sabio estar deseando la vida de otro cuando en realidad no conocemos o muy poco sabemos de su detrás cámaras. Es bonito ver cómo la gente se divierte y vive momentos felices en un viaje o en ocasiones especiales. Siempre entendiendo que cada día es un milagro y que cada ser humano es único e irrepetible y tiene sus propias alegrías pero eso no lo exime de sus tristezas.