Luis Carlos

De diosas coronadas y reyes queridos

Cuando el rey llega de tarde que mira el jardín florecido;
cuando la diosa mueve el caderaje se pone el rey más engreído”.
(Leandro Díaz)

Señores vengo a contarles que, por estas tierras grises y frías, constantemente arriban las diosas coronadas, las mismas que tienen nombre de gente fina y cuyo grado es en verdad muy distinguido.

Son ellas, las diosas coronadas, olvidadizas muchachas cuya memoria les juega malas pasadas ya que, con el paso de los días en este paraíso de estadísticas falsas, se les olvida que antes de llegar por aquí caminaban a pie limpio y a veces en chancla.

Se les vuela de la memoria el hecho que, en aquellos días de palenqueras y esteras, la tierra calurosa y el polvo que se levantaba en los caminos, se les clavaba entre las uñas y más de uno les confundía con los gavilanes de la sierra morena.

Sí señores y señoras, son ellas, las diosas coronadas, un grupito de peladas que le hacen el feo a los que no son de su clase y, por ende, los quieren poner a jugar de cartón; sin embargo, cuando sus intereses pueden más que su alcurnia, dejan entrar a uno que otro en su jueguito infantil que uno no sabe si sentir vergüenza o pesar.

Paso a contar lo siguiente ahora, conozco también a más de un rey querido que llega de la mano de alguna diosa coronada de esas que por aquí suelen llegar. Dichos personajes son considerados como ellos solos y por eso, cuando entran a las casas hay que ponerles gallina rellena porque finos si son y como ellos no hay dos ¡Madre mía!

¡Benditos sean los reyes queridos y las diosas coronadas! Muestra de la puede llegar a ser la gente fina, parida y mal parida en estas tierras de nadie.

¡Benditas sean las diosas coronadas y benditos los reyes queridos! A quienes se les ha subido el menos cero a la cabeza y por esta razón, recorren estos lugares vociferante y exigiendo que a quienes no pensamos como ellos, a quienes no nos traman con el cuento de que todo es cultural, nos corten la cabeza cual Bautista.

Por eso elevo mis letras como lo hiciera el gran maestro a quien no pienso plagiar; y con las mismas voy a saludar a las diosas coronadas que mueven su caderaje más que su cerebro y a los dioses engreídos y sofocados que poco saben de amistad. De hecho, aun sabiendo que han pedido mi cabeza me atrevo a pregonar:

¡Que vivan alegres estas tierras frías

ya tienen sus diosas coronadas!

¡Que grite toda esta tierra fría

ya tienen sus reyes muy queridos!

¡Que escribe el pobre Kaell García

triste por estas tierras frías!

Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.

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