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Es perentorio: Colombia no quiere más bloqueos

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Imágenes de referencia.

Me queda claro que con los bloqueos se han visto afectados millones de colombianos. Obviamente, no me refiero (aunque nos los excluyo) a los orquestados por los jóvenes que están cerrando las calles e impidiendo el flujo vehicular por estos días. Haré hincapié en los culpables de los bloqueos que tienen en un estallido social a Colombia.

Para empezar, es prudente definir la palabra bloqueo. Según, RAE (Real Academia Española) se define como: «Entorpecer la realización de un proceso». Es inminente, que los colombianos se hastiaron de una clase dirigente que ha entorpecido el desarrollo de la Nación y empobrecido cada vez más a sus dirigidos.

Los colombianos no soportan más el bloqueo de los recursos para: la salud, la educación, infraestructura, etc. Estos nunca llegan a los departamentos más pobres, porque se los roban. Los vándalos de corbata que hacen parte de la cloaca política del país, son los directos culpables. Curiosamente, la misma Fiscalía, la Procuraduría y hasta la Rama judicial, ayuda a crear bloqueos, para dilatar procesos, buscar vencimiento de términos o en los casos más eficaces, estos delincuentes apenas paguen casa por cárcel. Nauseabundo e ignominioso ¿no?

Ahora; ¿qué tal el bloqueo que tuvieron que enfrentar los campesinos con los Tratados de Libre Comercio? ¿Cómo les parece el bloqueo que tienen que vivir millones de colombianos cada vez que esperan una cita o un tratamiento médico cuando padecen un cáncer? Primero se muere la persona antes que las EPS autorice un examen o un tratamiento. Este bloqueo lo creó la Ley 100, iniciativa del Innombrable.

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Uno de los más grandes retenes está en el Congreso de la República. En el Capitolio opera la Junta Directiva del Gobierno. Esta bloquea y desbloquea de acuerdo a intereses particulares. Si el gobierno les otorga: contratos, prebendas, puestos de trabajo, ellos aprueban. Sin embargo, dan luz verde a lo que le sirve a los poderosos. Ahí está que cuando el pueblo pidió una moción de censura para el ministro, Molano, por los abusos de la Fuerza Pública, fue contundente el bloqueo.

Ni qué decir, de unos bloqueos legales que existen en Colombia. Se llaman peajes. Actualmente hay cerca de 170 en el territorio nacional, algunos con distancia de menos de 100 kilómetros entre el uno y el otro. Añádale, a esto que, junto a Perú y Uruguay, son los más costosos de Sudamérica.

Sin embargo, es prudente aclarar que contamos con arcaicas vías en comparación con muchos países cercanos que nos llevan de lejos delantera. Los invito a que vayan a Ecuador por tierra. Para colmo de males, desde hace 25 años este recaudo está en manos de concesiones (de privados). Si les suena el nombre de Luis Carlos Sarmiento Angulo, como un multimillonario banquero, los invito a que investiguen sobre sus otros prósperos negocios.

Volviendo al tema crucial que es el pueblo, solo imaginen los bloqueos que tienen que vivir los campesinos a diario para sacar por vías terciarias sus productos. Dijo la vicepresidenta, Ramírez, que con el dinero que se ha perdido en el paro, se habían podido recuperar cientos de kilómetros de estas vías. Sería interesante preguntarle ¿por qué entonces no se recuperaron antes? Es que nos creen pendejos todavía.

Se han puesto solo a pensar los bloqueos que viven los niños de las zonas rurales, con total abandono estatal. Muchos de ellos tienen que caminar kilómetros, cruzar ríos, exponer sus vidas para poderse educar. Lógicamente, eso poco o nada les va a importar a la autodenominada: «Gente de bien». ¿Qué sabrán de resiliencia?  Salen llorado en las redes sociales, porque no pudieron llevar a sus hijos a clase de tenis y les tocó estar dos horas en un trancón en un auto con aire acondicionado. Pobrecitos.

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Les cuento que por estos días también me he visto afectado por los trancones. De hecho, hace poco al lado de mi vehículo, estaba una camioneta muy bonita con vidrios polarizados, Su dueña bajó los vidrios y le gritó a un manifestante: “vagos, dejen trabajar, queremos trabajar”. Me sorprendió la respuesta del joven que la increpó: «señora nosotros también queremos, pero no tenemos la oportunidad que usted tiene y nadie nos escucha, por eso nos toca recurrir a esto”. 

Es incómoda la situación, si total. Pero recuerdo que alguna vez me dirigía a Medellín y había un letrero que aparecía en un trancón del Invías, el cual decía: “Nos disculpa las molestias, estamos trabajando por usted «. Entendí, que lo menos que podía hacer era llenarme de paciencia. Y si tengo paciencia con los que se roban millones de pesos ¿por qué no la tendría con quien lucha por los derechos de los menos favorecidos? Eso es empatía.

A los que odian, las protestas y los paros les vendría bien empezar a leer por ejemplo sobre la Revolución Industrial (hay bastante bibliografía). Los derechos que todos disfrutamos fueron producto de mucha sangre y fuego. No fue negociado señores, fue luchado y sufrido. Fue producto de muchas lágrimas y de muchos muertos. Jamás avalaré la violencia, pero esta es la consecuencia, no la causa. Este es un mundo donde hay suficiente para todos, pero lamentablemente no alcanza para satisfacer la ambición de algunos.

Si tienes la fortuna de tener un empleo, una empresa, la forma de cómo ganarte la vida, no olvides, que ese derecho, debería ser universal, no un privilegio. Si te tocó duro en la vida para lograrlo, deberías ser más empático con los demás. Apoyar, en lugar de criticar, ser parte de la solución y no del problema. Este mensaje va para las buenas personas que han salido adelante con esfuerzo.

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A los tramposos, corruptos y avivatos, que se hacen llamar «gente de bien» les digo, que dejen la hipocresía, que nadie les come cuento. Una cosa es conseguir dinero y otra honorabilidad. Puede ser que el político ladrón, la prepago, o el estafador, logren vivir con lujos y tener buen nivel de vida. No obstante, nadie con cargos de consciencia, puede tener una óptima calidad de vida. Son dos cosas completamente diferentes. El dinero no siempre da reconocimiento ni admiración y menos tranquilidad, si fue mal habido.

Finalmente, a los muchachos los invito a que den tregua con los bloqueos diarios y hagan más manifestaciones pacíficas y multitudinarias. No peleen con la gente, todos somos colombianos. A la fuerza pública, la insto a actuar bajo la ley y respetar a la ciudadanía. El policía, el soldado, es también un colombiano asalariado que le toca sacrificar su vida bajo el eufemismo de Dios y Patria. Mientras el país arde en llamas, los que los ponen de carne de cañón, se divierten tomando sello azul en sus clubes.

Les comparto una frase de Martin Luther King, muy apropiada para el momento: «eso que ustedes llaman disturbios, es el único lenguaje que tienen los que nunca son escuchados». Agrego, que la manera más adecuada para acabar con estos vándalos de corbata, es castigándolos en las urnas. Esa oportunidad la tendremos el próximo año y debemos aprovecharla porque puede ser la única para una completa renovación.

Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy

Comunicador Social

Esp. En Educación, cultura y política y Docencia Universitaria

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