Poco a poco todos esos “comunicadores” que en su momento se mostraban neutros frente a la política, preocupados por el bienestar del país, aguerridos frente a la corrupción y hasta decían ser la voz del pueblo, van mostrando su verdadera cara.
Sí, con la llegada del nuevo gobierno las cosas se van poniendo en su lugar y los acomodados como los Vélez, las Dávila, los Sánchez Cristo y hasta don Daniel Samper Ospina, sin nombrar a otros, se muestran tal como son.
Por supuesto, ellos siguen pensando que la gente les cree. Obvio, hay muchos colombianos que no se toman la molestia de revisar qué es lo que esta gente les está mostrando y siguen tragando entero y hasta muertos de la risa sin darse cuenta de la manera cómo les están manipulando.
Es el caso de Daniel Samper Ospina, quien ahora se denomina un Youtuber de cuarenta y tantos y cuyo discurso es cada día una máquina de generar odio a través de su paupérrima sátira.
Samper siempre se ha caracterizado por ser un tibio, al estilo fajardo, él mismo lo ha dicho; y es más que claro que solo le interesa llenar sus bolsillos que lo que pase en el país. Y no está mal que quiera tener sus cuentas llenas, no. Lo que molesta es su proceder hipócrita.
Ahora bien, en cuanto al discurso de odio y sus comentarios mal intencionados, se ha incrementado con la llegada de Gustavo Petro a la presidencia de la República. En la cabeza de Samper Ospina no existe la posibilidad de un país en paz, del diálogo entre oposiciones, en encontrar un cambio que beneficie a todos. Me imagino que algo tendrá que ver su procedencia, aunque no quiero mencionar nada que tenga que ver con su admirable tío.
Lo cierto es que sus programas son cada día más venenosos, al mejor estilo de Vicky Dávila, Luis Carlos Vélez y toda esa gente que hace parte de los medios y que son, además de dañinos, una verdadera vergüenza.
Por supuesto, nadie está diciendo que no se pueda criticar al nuevo gobierno, pero, criticar por criticar o tratar de envenenar a un pueblo que lleva el odio en su cabeza y en sus venas es otra cosa y Daniel Samper Ospina se volvió un especialista en el tema.
La expresión máxima de la hipocresía habita en este personaje que no es tan cómico, ni tan crítico, ni tan neutro como se quiere mostrar. Simplemente utiliza el paupérrimo recurso de más de un dizque comunicador y comunicadora para mostrar una cosa que no es y seguir dañando al país.
Daniel Samper Ospina me recuerda al celebre periodista de Ibagué que atacaba sin piedad al gobierno de turno y se mofaba por contarle las cosas a la ciudadanía que otros no se atrevían a contar. Pero, cuando cambió la administración y le dieron un cargo a él y a los suyos, su discurso cambió notablemente, ya no era tan valiente en su noticiero de medio día. Ya no contaba las cosas como antes en su sátira diaria.
Por esto y mucho más, debo decir que sujetos como este son el segundo gran problema que tiene Colombia y no es para menos. Utilizan el poder que les dan los medios de comunicación para hacer de las suyas. Al menos con los políticos uno sabe a qué atenerse, pero estos camaleones de la comunicación son verdaderamente perversos.
En resumidas cuentas, la puta obra de don Daniel es clara y depende de cada uno el seguir creyendo de su oposición falsa y sin criterio. De pende de usted si quiere seguir consumiendo odio y más odio que lo mantenga justo ahí en donde lo quieren: sumergido en la más profunda ignorancia y muerto de la risa.
Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.