El Deportes Tolima hace mucho rato dejó de ser “Tolimita” y es una verdad, sin embargo, es prudente entender, que para ser un equipo grande falta mucho pelo para hacer un moño. Es lógico que el hincha se lo crea y lo anhele, pero el encargado de aterrizar y mostrar realidades es la prensa deportiva y ésta poco o casi nunca aparece.
Es el periodismo deportivo el que debería encargarse con serenidad, responsabilidad y criterio, de decirle al hincha hasta dónde algo es posible o raya en lo Macondiano. No obstante, aquí los periodistas son los primeros en ponerse la camiseta y “llorar como Magdalenas” cada vez que el equipo gana o pierde.
Con este bufandismo (no es periodismo) el equipo gana hinchada, pero pierde la orientación profesional que debería tener. Se ven muy bonitos con sus arengas, pero deberían estar al lado del Indio Pijao y no de un micrófono. Es hora que la prensa le diga la verdad a la hinchada y se arranca aceptando que el fútbol colombiano está en crisis y en un nivel paupérrimo en el escenario continental.
La goleada de ayer es el reflejo de lo que se expone. Deportes Tolima fue humillado 7-1 en el Maracaná por el poderoso Flamengo. Los sensatos en el fútbol sabían que lo más probable es que el equipo brasilero ganara sin problema y otros vendedores de ilusiones hablaban de “Maracanazos”. Eso no es serio.
Cosas raras en el fútbol o milagros, se pueden dar pero esto sucede cada diez años o mucho más. Para esperar que Colombia le vuelva a ganar a Argentina en el Monumental, podrían pasar tres generaciones sin ningún problema. Así es el fútbol y las estadísticas no mienten. La probabilidad más alta fue la que pasó.
Siempre con Dios, nos refugiamos en él. Mañana será un nuevo día. pic.twitter.com/6lqO5UqYc5
— Club Deportes Tolima (@cdtolima) July 7, 2022
No estamos en la época de los 80-90 en donde existía la bonanza del narcotráfico y los equipos contrataban a lo grande y eso se reflejaba en el protagonismo a nivel continental. Los tiempos de los hermanos Rodríguez Orejuela, Escobar y Rodríguez Gacha son historia, gracias a Dios.
La coyuntura nos muestra que no es que equipos como el Deportes Tolima u otros se hayan hecho grandes; es que los grandes bajaron de nivel y esto permitió que se emparejara el fútbol colombiano. Lo inverosímil es que se tenga que pagar por ver un fútbol en decadencia y con muy poca inversión.
La tarea del Deportes Tolima con la inversión que se hizo y con su nómina holgada para el fútbol colombiano, era sumarle una estrella a su escudo este semestre. La oportunidad se perdió de la forma más absurda como nunca otra en su historia. La mayor responsabilidad la tiene el técnico, Hernán Torres.
La tiene al alinear al arquero Domínguez, en el primer partido de la final ante Nacional en Medellín, al no cerrar el encuentro y dejar abierto al equipo antes de llegar el 3-1. En Ibagué, al insistir con el señor Cataño (que viene en tremendo bajonazo) y sabiendo que es antioqueño lo pone a cobrar un penalti ante el asombro de sus compañeros. De ñapa al dejar sentados a hombres como Mosquera y Rangel, cuando se necesitaba ayuda en la defensa.
Luego de todo esto insiste con Cataño, desafía la afición en Ibagué y remata llevándolo a Brasil como titular. No decimos que al jugador haya que atacarlo, responsabilizarlo de todo, pero el folclorismo de Torres no lo puede llevar a premiarlo, eso es absurdo. Cataño no debería jugar simplemente porque no corre un balón y está muy mal hace rato.
Ahora resulta que decir verdades es no querer al equipo o no apoyarlos. Ese es el embeleco más grande, sino es la prensa la que le hace ver las cosas a la afición y ejerce presión ante las instituciones entonces ¿quién?
El Deportes Tolima quiere ver una gran hinchada pero actúa como una finca administrada por un Patrón que todo lo hace de la manera más ortodoxa y vertical. No deja entrar a nadie a los entrenamientos, hacen ruedas de prensa selectivas, los futbolistas son vedettes intocables, no hay promoción del equipo, no hay cantera de la tierra, etc. Mientras tanto la prensa deportiva retribuye esto pidiendo homenajes y celebrando derrotas.
El golpe anímico puede ser grande para el inicio del semestre B y lo que viene de Copa Colombia. Ojalá el conjunto que todavía dirige Hernán Torres, logre llenarse de resiliencia, acepte errores y pueda reorganizar pronto su escuadra para cumplir los objetivos del año.
A la prensa deportiva, le decimos, claro que hay que querer al equipo, pero según Erich Fromm en su libro El arte de amar, querer implica también la responsabilidad de ver las cosas como son, no ocultar la verdad y buscar la miel o sea la excelencia. El conformismo nos hace pequeños y queremos seguir creciendo.
Este es un editorial de A la luz Pública.