Es cierto que uno de los consejos más sabios para generar riqueza, según los expertos, es evitar gastos innecesarios y saber invertir el dinero sobrante en lugar de evaporarlo. Lamentablemente, hay personas que se lo toman a pecho y van al otro extremo.
Hetty Green fue una mujer estadounidense que nació en 1835 y a lo largo de su vida acumuló una fortuna de 2 mil 300 millones de dólares. Heredó parte de su dinero de su padre, se casó con un millonario y se le conocía como “La bruja malvada de Wall Street”.
Es inverosímil pero la señora vivía de los restos de pasteles y galletas rotas en las tiendas de comestibles. Buscaba huesos gratis para su perro con lo que lo alimentaba a diario. A pesar de ser la dama más rica de América en la “Edad Dorada” cosía sus propios calzones los cuales conservó desde sus 16 años hasta su muerte.
Nunca gastaba dinero porque no usaba agua caliente, no compraba ropa y gastaba en comida dos centavos al día. Cuentan que a su hijo le amputaron una de sus piernas porque al no querer gastar dinero prefirió esperar la atención médica gratuita y se complicó su estado de salud. Murió a sus 81 años y es reconocida en el libro de los Guinness Records como la mujer más tacaña de la historia.
Este extremo drama nos hace reflexionar sobre algunas personas que nacieron solo para sacarle al mundo beneficios, pero, no son muy dadivosos con el prójimo. Todo lo cobran, se hacen los locos al pagar una cuenta, son avivatos, y les encanta acumular dinero.
A toda hora quieren sacarles el jugo a los demás, explotan a sus empleados, les duele pagar lo justo y se hacen los pelmazos cuando de solidaridad se trata. Son felices mostrando sus logros, son egocéntricos por naturaleza, sin embargo, no ayudan ni a su familia. De hecho no invierten ni en ellos mismos a menos que les haya salido regalado o muy barato.
Hay una frase que reza: “pobre es aquel que lo que tiene no le alcanza para sentirse pleno”. Quizás esa es su condena porque aun teniendo; el miedo a quedarse sin nada, los limita de disfrutar hasta de lo acumulado.
Si bien el extremo de vivir con el lema de: “disfrutemos hoy y no pensemos en el mañana” es irresponsable, el otro lado es frustrante. Al final, sabemos que nada nos llevaremos y que todo en esta vida es prestado. Como dice el libro bíblico de Eclesiastés: “Todo es vanidad”.
*Este es un artículo de A la luz Pública.