Gabriel Camargo
Imagen: diseño A la luz Pública.

Los Camargo van a creer que el Estadio es de ellos

(Hacemos votos por la pronta recuperación del exsenador Gabriel Camargo).

Hay una iniciativa liderada por un sector de la prensa deportiva que envió una misiva al Concejo de Ibagué con el fin de socializar la propuesta del cambio de nombre para el estadio Manuel Murillo Toro. Un total de 21 comunicadores firman el documento y solicitan una audiencia con la Corporación para el próximo 10 de octubre.

Desde este portal reconocemos a Don Gabriel Camargo, como un exitoso empresario del fútbol, que ha invertido en su equipo profesional (Deportes Tolima) grandes sumas de dinero que se han visto reflejadas en el protagonismo del conjunto en los ámbitos nacionales e internacionales. Lo hemos hecho en varios artículos publicados a través del tiempo en nuestro medio digital.

Sin olvidar obviamente, que en la misma mecánica también ha logrado ganar importantes dividendos que han beneficiado el patrimonio de su familia.

El hecho que un empresario sea exitoso, no significa que sea un filántropo. Por supuesto, que los triunfos de un equipo que tiene el rótulo de “Deportes Tolima” generan muchas alegrías en una región. No obstante, cualquier persona con sensatez sabe que es un negocio privado que aprovecha muy bien los sentimientos que se esconden detrás de los colores con los que salen al terreno de juego los jugadores.

¡Gracias don Gabriel!

Don Gabriel, construyó una sede privada a la cual no le permite el ingreso ni siquiera a los periodistas que firman la carta. Nadie puede ver los entrenamientos del equipo, ni estar cerca de los jugadores. Sumemos, el maltrato a los que el señor Carl Bernoske, jefe de seguridad y logística del equipo, ha sometido tanto a periodistas como a los aficionados en el propio estadio Murillo Toro. Jamás el exsenador ha hecho un pronunciamiento al respecto, lo que muestra que respaldó de manera irrestricta sus acciones.

El estadio Manuel Murillo Toro es de los ibaguereños, pero, Gabriel Camargo, lo ha usufructuado como propio y gracias a las alegrías que le ha dado al pueblo con su equipo, ha tenido exenciones económicas y tributarias. Prácticamente colocarle su nombre al máximo escenario de los ibaguereños, sería como legalizar el predio para que su familia siga utilizándolo como le venga en gana. Es una desfachatez que en pleno siglo XXI, un hombre con comentarios misóginos represente a una ciudad.

Incluso los jueces de la República obligaron a Camargo a retractarse de las declaraciones funestas donde tachó a la Liga Femenina de Fútbol como un «caldo de cultivo del lesbianismo (sic)».

Al que solo le gusta ver correr un balón, le parecerá suficiente que su equipo gane y ya. No obstante, los que van más allá piensan en qué le queda a una región más allá del palmarés de un Club. Para los que no lo saben el señor Nemesio Camacho fue un abogado y político colombiano (Ministro, Senador y Gerente del Banco Central). Su hijo Luis Camacho, obsequio a los bogotanos el terreno denominado El Campín que hoy lleva el nombre de su progenitor.

¿Y estos qué se creen?

El máximo escenario de los capitalinos no se llama Hernán Torres (campeón con los Embajadores en 2012), tiene el nombre de un filántropo que le regaló no a los hinchas de Millonarios sino a los bogotanos su Coloso. Nacional tiene 17 estrellas y ningún dirigente, ni técnico, ni jugador ha derrumbado el nombre de un prócer como Atanasio Girardot.

Celebramos la llegada del juvenil goleador tolimense Jeinner Fuentes al Deportes Tolima en los últimos días. No obstante, falta mucho pelo para hacer un moño. La inversión y el trabajo que hace el Club de Don Gabriel con semilleros, escuelas de fútbol, y talentos de la región es muy pobre. La mayoría de jugadores nacidos en esta tierra no tuvieron la oportunidad. Es por eso que el Bunde Tolimense solo lo canta la afición; menos el himno de Ibagué que a nadie le gusta, y que fue solo una excusa para drenar y usufructuar cuantiosos recursos públicos en el momento de su ‘creación’.

En definitiva, hace falta una prensa deportiva que no busque el aplauso, ni de las directivas del club, como tampoco de la afición. Aquí existen hinchas con micrófono o con página (con algunas excepciones, por supuesto), que son incapaces de ir a criticar a la dirigencia del equipo o a los jugadores por temor a un veto o a perder algún beneficio personal. La realidad es que la mayoría de la prensa es maltratada. Jamás olvidemos que el “periodismo de bufanda” atenta contra los códigos deontológicos de la profesión.

A la prensa deportiva, le decimos que sí se puede querer al equipo. Sin embargo, no olvidemos que según Erich Fromm en su libro El arte de amar, querer implica también la responsabilidad de ver las cosas como son, no ocultar la verdad y buscar la miel o sea la excelencia. Es por eso que para nosotros, la famosa iniciativa de cambiar el nombre del Estadio Manuel Murillo Toro raya en lo folclórico, en lo trivial y en lo poco argumentativo.

¿Qué beneficio le ha dejado Camargo a la ciudad aparte de goles? ¡Buena pregunta!

*Este es un editorial de A la luz Pública.

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