Miedo

—¿Puedo saber qué te pasa Javier?

—No me pasa nada.

—¡Por favor! Me tienes aquí totalmente desnuda, esperándote, lista para que me hagas lo que quieras y estás ahí temblando, pálido.

—No es fácil.

—¿Qué cosa?

—Saber lo que sé de ti y…

—¿Cómo así? Yo soy inocente ¿A caso no me crees?

—Sí, sí, yo te creo, pero, no es fácil saber lo que sé.

—En verdad me siento decepcionada de ti. Te abrí corazón…

—Tú no tienes corazón.

—¡Es una manera de decirlo maldita sea! ¿Sabes cuántos vampiros se enamoran como yo de ti?

—No lo sé…

—¿Estás dudando de mi amor?

—Mmm…

—¡Esto es el colmo Javier! Debería rebanarte el cuello y beber tu sangre o mejor aún, debería convertirte en un muerto viviente y beber todos los días de tu sangre y obligarte a comer alimañas y…

—¿En serio quieres que confíe en ti? ¡Justamente de esto es que estamos hablando!

—¡Pero Javier! Ellos ni significaban nada para mí. Lo hice por simple instinto, pero, contigo es diferente. Yo nunca me había enamorado de esta forma tan loca.

—¿A cuántos infelices les has hecho eso?

—¡Yo que voy a saber! Soy una vampira, llevo muchos años en el oficio.

—¡Por Dios!

—¡Ni siquiera lo nombres! Esto es entre tú y yo.

—Lo siento, pero, no puedo con esto.

—Javier ¡Amor mío! Mira, confía en mí, yo te amo, solo a ti, ni siquiera cuando estaba viva llegué a amar a alguien. Sí, sí, es cierto, he descuartizado a unos cientos, pero, no significaban nada. Yo jamás haría algo que te lastimara ¡Ven a la cama Javier! Y hazme tuya como solo tú lo haces. Te juro por toda la sangre que he derramado que contigo todo será diferente.

La desnudez de la sensual vampira hipnotizó por completo a Javier y poco a poco olvidó el sabio consejo que le diera su padre:

“Si se lo ha hecho a otros ¿Qué te hace creer que no te lo hará a ti?”.

Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.