Al escuchar varios cuestionamientos, el oficial, se retiró abruptamente de una audiencia en Ibagué, donde funge como demandante.
Mientras el país hervía de nerviosismo por el paro agrario, amenazas de bloqueos de vías y alteraciones del orden público, el general Carlos Mena, asistía a una diligencia en Ibagué, donde interpuso una denuncia por injuria y calumnia, contra un periodista y la familia de un antiguo subordinado, por hechos ocurridos hace cinco años.
Esta semana, el Juez 11 Penal Municipal de Conocimiento instaló otra sesión del juicio oral en contra de Antonio Melo Salazar, y de la señora Betsabé Ríos Mora, acusados por el general de la Policía Carlos Ramiro Mena Bravo, quien se hizo presente, y representado por un abogado de confianza, en los hechos que tienen que ver con una noticia aparecida en el diario El Nuevo Día de Ibagué, donde se señalaba que el oficial, tramaba un plan para asesinar al teniente retirado de la Policía Daniel Geovanny Neira Ríos.
En la diligencia el exoficial y hoy abogado Daniel Neira, rindió testimonio señalando que para su desgracia conoció al general Mena, como su primer comandante en Cartagena. Neira, dijo que el oficial se burlaba se su apariencia física, diciéndole que era muy feo, y que por ello se debió mandar a operar la nariz y las orejas.
Además, señaló que el general Mena lo discriminó por ser hijo de un agente, y que le impidió que se hospedara en el lugar destinado a los oficiales, y que debió pernoctar con patrulleros de inferior rango.
Neira, también indicó que por causa de Carlos Mena, fue violado en la cárcel de Cartagena, al negarse el oficial a que estuviese detenido en el comando de la Policía de la capital de Bolívar, ya que el centro carcelario no tenía patio especial para policías, cuando fue acusado del homicidio de un pandillero.
Neira, señaló que fue víctima de matoneo cuando se encontraba de servicio en la Policía Metropolitana de Cartagena, pues era comisionado a distintas labores a la misma hora en un mismo día. El exteniente mostró documentos que lo avalaban como uno de los de mayor operatividad en la seccional, con 18 capturas semanales.
Daniel Neira, dijo que incluso, fue detenido con una orden captura falsa, que le impidió salir del país, lo que fue achacado por este a una persecución del general Mena. Al final, la intervención de la Personería de Bogotá, lo salvó de un canazo a la brava.
El exoficial también habló de presunta corrupción en la Policía de Cartagena, donde uniformados tendrían nexos con bandas de fleteros, y que un patrullero se le robó la pistola a un teniente, y ni siquiera se le sancionó. Neira indicó que hasta el secretario privado del general Mena, un capitán, le tenía bronca porque este había salido con la esposa del oficial, cuando ambos cursaban los estudios reglamentarios en la escuela General Santander.
Ante la avalancha de cuestionamientos, visiblemente contrariado, el general Mena abandonó la sala de audiencias, junto con su abogado, anunciando al juez que debía atender los desórdenes en el país, generados por el paro agrario.
Neira Ríos, habló que ante su enemistad con el general Mena, fue trasladado a la Policía Metropolitana de Medellín, donde se desempeñó como ayudante y secretario privado del comandante. Allí, le llegaron panfletos donde le decían que “por sapo lo iban a matar”, e incluso atentaron contra su vida arrojándole una granada a su lugar de residencia. En esa regional, Neira fue felicitado por su operatividad, donde en un fin de semana desarticuló una banda delincuencial, logrando la incautación de varias armas de fuego.
El juez, sometió a interrogatorio a Betsabé Ríos, madre de Daniel Neira, quien señaló que un sacerdote adscrito a la Policía de Cartagena la había llamado para advertirle que su hijo “era una piedra en el zapato para Mena”, y que el oficial “lo iba a mandar a matar”. La mujer, dijo que hubo persecución de Mena hacia la familia, y que este la llamaba para advertirle de las consecuencias si su hijo no se retiraba de la Policía. Betsabé Ríos dijo que “el único enemigo que tiene mi hijo es el general».
La mujer, entró en colapso nervioso al relatar los sufrimientos de su hijo, y fue necesario un receso para darle agua y proseguir con su testimonio.
Testigos del general Mena refirieron del comportamiento díscolo del teniente Neira, que se rehusaba a asistir a los oficios religiosos, o que le jugaba bromas al sacerdote de la unidad, asustándolo con una serpiente. Por ello, le fue asignada una trabajadora social para hacerle seguimiento a su caso.
El director de Tránsito y Transporte de la Policía había entregado su testimonio en febrero pasado donde dijo haberse sentido tratado «como el peor criminal que tiene la Policía».
Para la próxima sesión, fijada para el nueve de julio, subirán al estrado los testigos de la defensa de Antonio Melo Salazar, y con ello, vendrán los alegatos finales, para que el juez emita el respectivo sentido del fallo.