Historia de un fantasma que vive detrás de los miedos más ocultos de los tolimenses de antaño
(Especial)
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy
Varios libros se han escrito sobre un guerrillero liberal que murió apenas cruzando su cuarta década e iniciando el siglo XX. Tulio Varón, fue aquel general que lideró a un grupo de macheteros que horrorizó al gobierno nacional en plena hegemonía conservadora y que llenó de charcos de sangre las llanuras del Tolima.
Hace un poco más de 120 años en lo que hoy es la Alcaldía de Ibagué, residían los suegros del líder de la colectividad roja. Allí se alojaban su esposa y sus hijos en plena guerra civil.
Es difícil de interpretar el horror que sintió la compañera sentimental de Tulio Varón, cuando el sábado 23 de septiembre de 1901 a eso de las 4:00 p.m. un fuerte golpe sacudió su puerta. Era la turba conservadora enardecida lanzándole los testículos de su amado. Dejaron el cuerpo sin vida amarrado de manos y pies a una guadua y vapuleado por cada centímetro de la piel.
Ese día Tulio Varón con su famosa “Columna Ibagué” trataba por tercera vez de forma fallida, tomarse la capital del Tolima.
En la actualidad, sobre la calle 15 con carrera Quinta se encuentra el controvertido busto a Tulio Varón Perilla. Se erige apenas a unos cien metros de donde cayó herido de un tiro en el pecho.
Tulio Varón Perilla nació en la hacienda El Paraíso, corregimiento de Doima, municipio de Piedras, localidad que limita por el oriente con Ibagué. Nació en el año 1860, no obstante, sobre el día y el mes no se tiene claridad puesto que los archivos notariales de la municipalidad fueron quemados en la guerra civil. Sus padres Anacleto Varón y Tránsito Perilla eran descendientes de familias acaudaladas, dueñas de tierras y con reconocimiento en la región.
Los primeros años del niño se desarrollaron en esta zona rural en donde pudo agudizar sus destrezas como campesino. En su adolescencia Tulio, estudió en el colegio San Simón de Ibagué. Fue toda su formación académica. No obstante, gozaba de una elevada inteligencia pragmática, carisma y una figura imponente que a donde iba le permitía enamorar mujeres y ganar el respeto de los hombres.
Tulio Varón se casó a los 27 años con su prima hermana Clotilde Montealegre, una niña a la que le faltaban 50 días para cumplir sus diez años. Según los registros históricos, su esposa era hija de su tía Concepción, quien era hermana de su madre.
Con la llegada al poder de Rafael Núñez en 1884, presidente en apariencia liberal, se crearía el Partido Nacional, el cual contó con el apoyo del ala conservadora más radical. La consecuencia fue: el retorno al poder centralizado. Se le devolvió las garantías al clero y aparece la constitución de 1886, la cual sería una bofetada para la población liberal del país. Este periodo fue conocido como la Regeneración.
Las hazañas militares de Tulio Varón por las cuales logra su temible fama tendrían que esperar varios años y el paso de otras guerras civiles como la de 1895 en donde los liberales radicales ya eran oposición. Fue hasta la Guerra de los Mil Días en donde el Machetero de Doima empezaría a escribir su leyenda.
A pesar que Tulio Varón no era un anatema, ni perseguidor de la iglesia como trataron de incriminarlo sus enemigos, si tenía serias divergencias con el clero de la época. La principal, que algunos sacerdotes tomaran partido y se aliaran con los conservadores con fines particulares, como el de acaparar tierras y otros privilegios. Desde las sotanas se invitaba a matar liberales sin ningún resquemor.
Fueron los asaltos (llamados por los conservadores ataques infames mientras estaban dormidos) los que marcaron un antes y un después en la estrategia militar de Tulio Varón.
En la madrugada del Viernes Santo de 1901, mientras el batallón Pagola pernoctaba en el hotel Mi Casa en el sector de Gualanday, llegaría Tulio y sus hombres y masacrarían todo a su paso. Cuentan que iban con los torsos desnudos y en la oscuridad total, era lo único que los identificaba para no machetear a alguno de sus compañeros. Ahí empezó a ganar su fama de sanguinario, pues aseguran que el charco de sangre tapaba los tobillos.
Meses después, el 31 de agosto de 1901 a eso de las 3:00 a.m. el escuadrón Rosas de la Columna Ibagué cayó sorpresivamente sobre el sitio conocido como el Verdal (Hato de Doima, Piedras). Matarón al centinela y no hubo tiempo de reacción de los cientos de soldados que dormían en la emboscada.
La fusión de los machetes de Tulio, Vidal Acosta, Ali Villanueva, Nicolás Cantor, Cantalicio Reyes, entre otros guerrilleros destrozaron a cerca de mil 200 soldados del ejército del gobierno conservador. El panorama fue absolutamente dantesco y es conocido como la masacre de La Rusia.
Los triunfos obtenidos por la Columna Ibagué y por el grupo de aliados rebeldes permitieron que ganaran confianza. Desde iniciada la guerra el objetivo de Tulio Varón, era tomarse a Ibagué, en donde estaban su esposa e hijos amparados en la casa de sus suegros. Un hijo aún sin conocer hacía más atractiva la hazaña. Esa idea fue su carta de defunción.
El 23 de septiembre de 1901 Tulio y sus hombres ebrios avanzan por el camellón del Carmen (Hoy avenida Quinta). Fueron escalando de sitio en sitio con toda la confianza con el objetivo de llegar a la Plaza de Bolívar.
En el punto de la calle 12 con carrera Quinta, fue herido en su pecho por un francotirador que estaba atrincherado y disparó sobre su humanidad. El revolucionario trató de huir malherido y bajó por el mismo camellón hasta la calle 14 en donde agonizó y fue rematado por la turba.
A pesar del asesinato de Tulio, la profanación de su cuerpo, la persecución de su Columna hasta su disolución, su huella quedó por mucho tiempo. De hecho, por varios años los moradores de la región, aseguraban que se escuchaba su galopar y el ruido de su machete junto a un grito de guerra.
Lo real y lo paranormal conviven en un mismo escenario
En diciembre de 1476 moriría decapitado para la historia el príncipe Vlad III de Valaquia, más conocido como Vlad el Empalador. A su vez nacería en lo más inhóspito de las montañas de Transilvania (Rumania) la leyenda del inmortal Conde Drácula, que inspiró cientos de historias, muchas de ellas llevadas al séptimo arte.
La historia lo describe como un psicópata más cruel que Calígula y Nerón, el cual asesinó y empaló durante su principado a cientos de enemigos. De su amor por la sangre y su extrema crueldad nacería la inmortal leyenda del vampiro sediento de sangre que se esconde en un castillo. Drácula representa lo más tenebroso del mal.
A Vlad lo acompaña en las tinieblas la condesa sangrienta Elizabeth Bathory, quien sería la asesina serial más prolífica de la historia. En el final del siglo XVI y el principio del XVII asesinó a cerca de 600 jovencitas para bañarse en su sangre la cual consideraba como elixir para la juventud. Murió en su castillo encerrada y sola, pero su espíritu atormentado vive de manera sempiterna. Grupos de black metal hasta llevan su nombre y la banda Venom canta con gran furia su himno Countess Bathory. Su espíritu perdurará en todos aquellos que aman la sangre.
Es curioso que Vlad de Valaquia sea considerado héroe nacional en Rumania. Lo fue también el Rey Leonidas de Esparta ambientado en la película 300 quien junto a tres centenares de hombres combatió a las imponentes huestes del Rey Jerjes de Persia en la batalla de las Termópilas. La leyenda se ambienta con magos, con animales nunca vistos, con gigantes cíclopes y oráculos en donde se mezcla lo real con la ficción. Pero ¿Qué es lo real?
La realidad es subjetiva porque la cuentan hombres, y los humanos nunca podrán escribir sin que las emociones, los amores y miedos hagan de las suyas.
Es ahí en donde nace la leyenda de nuestro propio héroe y villano. No se necesita ir a otras latitudes para hablar de fantasmas que producen horror. No se requiere vivir en Rumania o en Grecia para encontrar seres hambrientos de sangre en cuya historia se mezcla lo racional y lo paranormal como si fuera imposible separarlos. Es una amalgama de sentimientos que para las mentes racionales se hace inverosímil pensar que lo que plasman los historiadores sea cierto.
Los escritores que han tratado de revivir al ser humano de nuestra historia despertaron a un fantasma que en su caballo los persigue sin dar tregua. En libros se plasman muchas de las hazañas de un personaje que en vida fue conocido como el Machetero de Doima. Lo paranormal, queda en el imaginario colectivo. Lo del fantasma que atormenta con su estruendo y deambula como un alma en pena por toda la región en la que habitó. La que hilvana historias de espantos en varios municipios y algunas comunas de Ibagué.
Para algunos un vil bandido despiadado, para otros un general admirable por su valentía y prestigio. Para las nuevas generaciones un desconocido, una leyenda, quizás un fantasma. Un ente que atormenta a sus descendientes (amigos y enemigos). Quizás el máximo castigo que tienen los que aman la sangre, es volver del Seol o el Hades para seguir atormentados entre los vivos.
Tulio Varón quizás fue el fantasma que confundieron con el propio diablo. El que bailó el Ron de Vinola en Ibagué como contaban las abuelas ¿Quién lo sabe?