Una casa grande de seis cuartos, dividida en cubículos donde solo cabe una persona, era la guarida preferida de los consumidores de drogas en el barrio Matallana, un sector de estrato uno de Ibagué.
La sorpresa de las autoridades fue grande al conocer que cada cubículo era arrendado por horas y días a los consumidores de marihuana, bazuco y cocaína, que se negaron a hablar de los valores que cancelaban por el uso del predio.
A ese punto llegaron las volquetas y retroexcavadoras para la demolición pero al derribar la puerta la sorpresa creció al ser halladas en su interior 32 personas consumiendo diversos alucinógenos que expelían olores fuertes y desagradables. Unos permanecían sentados en el piso y la mayoría ocupaba los cubículos.
Se trataba de hombres y mujeres jóvenes entre 20 y 30 años que habían pasado la noche del jueves en el lugar y por la acción de la droga ni siquiera se les entendía lo que hablaban.
“¿Por qué nos sacan, no estamos haciendo nada malo?”, dijo un joven de unos 22 años, quien explicó que era una casa alquilada para el consumo de alucinógenos.
“Aquí venden la droga, cada uno paga por su cubículo, y puede meter toda la noche”, dijo el joven, y se negó a dar información de la persona que recolectaba el dinero o del dueño de la vivienda. “En esto, nadie conoce a nadie, uno no sabe quién le vende, todos somos desconocidos”, afirmó mientras se alejaba del barrio.
En la requisa de la Policía se detectó que dos de los consumidores, de nombres Willi y Marcela, de 22 y 24 años, respectivamente, tenían órdenes de captura por hurto agravado y quedaron detenidos.
Así mismo, hubo decomiso de armas blancas y 720 dosis de marihuana listas para la venta.
Un habitante del barrio Matallana señaló que “la casa era el lugar preferido de muchos consumidores de Ibagué”.
“A veces venía gente de bien, pero todos se encerraban a consumir drogas noches enteras, y luego algunos salían a matar y robar para comprar más vicio”, dijo el ciudadano, y agregó que el lugar también era frecuentado por niños utilizados en la distribución de la droga en los barrios. «Los niños cobran barato y, además, nadie desconfía de ellos», aseguró el hombre.
El coronel Óscar Antonio Gómez, comandante de la Policía Metropolitana de Ibagué, señaló la casa era uno de los mayores expendios de la ciudad. «Era un inmueble muy grande, con piezas y muchos cubículos que arrendaban a los consumidores», afirmó el coronel, y agregó que «los dueños no aparecieron, nadie la reclamó».
La operación en Ibagué abarcó la demolición de otras 10 viviendas en los barrios San José, Eduardo Santos y Baltázar, ubicados en la ribera del río Combeima.
En el San José una mujer pidió ayuda para estos sectores llenos de pobreza y miseria. «Está bien que hagan la demolición, pero lo justo es que también llegue la inversión», dijo la mujer, y le pidió al gobierno nacional no los abandone porque «aquí somos más los buenos que los malos», agregó.