Columna de opinión.
A cuatro meses de terminar su mandato, el alcalde de Ibagué Guillermo Alfonso Jaramillo luce optimista, sonriente y con la satisfacción del deber cumplido. Así lo expresa en eventos públicos y reuniones privadas. Y bastante razón le asiste a nuestro gobernante, porque hizo la tarea. Cumplió la misión y el compromiso para los cuales fue postulado, más no las propuestas y programas de campaña, por las que fue elegido.
Les cumplió a los políticos integrantes del denominado ‘Cartel del Tolima’ – incluidos los llamados “huerfanitos” – quienes desde el año 2001 han cooptado la Administración Municipal para lucrarse y servirse de ella. Les entregó gran parte de la torta burocrática, de la contratación pública, y mediante actos administrativos de su Gobierno y del concejo al que manejó a su antojo, les correspondió el apoyo brindado.
Les cumplió a los contratistas españoles y colombianos de las obras de los fallidos Juegos Deportivos Nacionales 2015. A quienes al no declarárseles la caducidad de los contratos, siguen incólumes contratando con el Estado, y a la par, dando curso ante la jurisdicción contencioso administrativa a millonarias demandas contra el municipio de Ibagué, por la liquidación unilateral realizada a los mismos. Los amigos españoles se llevaron los pesos en euros y gozan de total impunidad penal.
Les cumplió a los urbanizadores y constructores -incluido su corrupto hermano- quienes no solo han sido beneficiados con la aprobación de planes parciales de expansión urbana, sino además, bajo la égida cómplice de la Corporación Autónoma Regional del Tolima, han ignorado y/o modificado unilateralmente el Plan de Ordenamiento Territorial, para romper las barreras que este les impone a sus planes urbanísticos. Así mismo, les dejó las bases de los servicios públicos domiciliarios para los proyectos de construcción en la zona norte, a costa de desviar el proyecto del Acueducto Alterno que suministraría agua potable a más de 120 mil habitantes de los barrios del sur de la ciudad.
Le cumplió al misógino Gabriel Camargo, amo y señor del otrora club de los tolimenses, el Deportes Tolima, exonerándolo de impuestos y contribuciones y entregándole un bien público como es el estadio Murillo Toro, para que se apropie de él, así como se apropió sin vergüenza alguna del equipo Pijao.
Les cumplió a quienes financiaron su campaña, incluidos los ‘donantes voluntarios’, a quienes les han sido retribuidas sus ‘modestas’ contribuciones, con contratos, favores, y/o puestos de dirección y mando.
Le cumplió a su comité de aplausos, en el que delegó gran parte de la responsabilidad contractual y misional de la Administración municipal, en provecho propio y de sus familias.
Le cumplió al poderoso Wiliam Vélez, después de prometer terminarle a Interaseo la concesión del servicio de recolección y disposición de residuos sólidos, en un acuerdo que tuvo muchas aristas y del cual ambos salieron gananciosos, y perdimos los usuarios.
Les cumplió a todos sus postulantes, pero a los miles de ibaguereños y deportistas, sus electores, los traicionó, porque sus promesas de campaña y anticorrupción fueron solo eso, promesas, de las cuales nunca tuvo intención o disposición de cumplir.
Por: Iván Ramírez Suárez.
@jiramirezsuarez