A través de la religión y otras creencias se suele pensar que el suicidio es pecado; de hecho, que es el pecado más grande que pueda cometer un ser humano. A esto se suma que, el cine, la televisión, el teatro y la misma literatura han afianzado esta creencia en las personas y por esta razón no es raro encontrarnos con historias que nos siguen reclamando si, por algún motivo, se nos pasa por la cabeza acabar con nuestras vidas.
Para no ir lejos, les contaré que hace poco me encontré con una historia que se titula: Alimenta al cerdo. Una ficción de horror con moraleja que invita a ver la vida desde otra perspectiva. Como para no extenderme mucho les contaré que es el relato de un hombre que comete suicidio y que a medida que avanza el tiempo en ese lugar desconocido en el que se despierta sin saber cómo, ni por qué, descubre que es su castigo y que debe purgar el mismo por haber hecho lo que hizo. Algo muy parecido al purgatorio de Dante.
Al final, el sujeto tiene que alimentar a un espantoso cerdo con su propio cuerpo y a medida que va siendo digerido por el animal, va encontrando lo que podemos llamar una especie de redención que le da la oportunidad de volver a vivir y hacer las cosas como, supuestamente, deberíamos hacerlas.
Pues bien, la historia, aunque un poco hollywoodense, me resulta interesante por varios aspectos: la narrativa es interesante, un poco la descripción de las escenas etc. Por aquí les dejo el link por si se animan a escucharla:
Sin embargo, y por esas cosas del condicionamiento léxico, semántico y critico intertextual, no pude dejar de imaginarme que esta historia se asemejaba a la situación actual del país. Sobre todo, por el Cerdo.
Así es, Iván Duque pasará a la historia de Colombia como el títere cerdo del ya conocido innombrable, de eso no hay duda. Duque es ese cerdo que se alimenta con la carne de los colombianos. No es que él haya creado la corrupción o la violencia del país, no. Pero, Duque, a lo mejor sin querer queriendo, se ha convertido en la manifestación más grotesca del horror y la vergüenza y estoy casi seguro que ninguna población en el mundo quisiera tener a semejante bufón como gobernante.
Sí, Duque, quien en su momento llegó a criticar incluso a su nuevo amo, será recordado como un cerdo que solo quiere alimentarse, no importa que sean seres humanos, no importa que él sepa que esos restos que ve en su comida son, en efecto, personas que fueron destrozadas por la violencia y el imaginario narcoparamilitar.
Lo anterior se ve en la manera cómo actúa Duque, indolente, inconsciente, sin la más mínima vergüenza, mostrando a cada instante su incompetencia, su ridiculez, superando incluso a Nicolás Maduro y al mismo Chávez o a cualquier otro mandatario que haya existido y que haya utilizado las mismas técnicas para amañarse en el poder y servir a otro en sus planes nefastos.
Por todo esto y mucho más, pensar en un suicidio al lado de semejante esperpento como lo es el haber votado por Iván Duque, me refiero a quienes lo hicieron, es tan solo un juego de niños, una Creepypasta de esas que ni siquiera logra asustar. Sin lugar a dudas, Colombia se fue directo al purgatorio o a esa zona chocarrera en donde hay que alimentar al cerdo para poder buscar la redención y el perdón de los pecados por haberse atrevido a semejante desacierto; aunque no vamos a negar que advertidos estábamos y una gran mayoría no quiso escuchar.
Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.
Una opinión
Pingback: Alimenta al cerdo - Del Tolima