A propósito de elecciones en la Universidad de Ibagué.
A la Universidad de Ibagué le debo parte de mi formación como periodista, le debo la experiencia de ver mis letras impresas a gran escala. Le debo de una u otra forma, la posibilidad de ganar unos pesos y saldar mis deudas monetarias con la institución misma. Le tengo por estas y muchas más razones un aprecio enorme. Gigante.
Es ella y solo ella, mi Universidad. La siento mía y me he apropiado de ella y me enorgullezco de ella y porque la amo le hablo y porque la amo le digo, cuestiono e increpo.
En un principio pensé en no hacerlo a título personal pero las cosas que uno dice con el alma hay que ponerles nombre y apellido.
Hoy no hablo yo sino cientos de jóvenes (con posibilidades de llegar a miles) que no sentimos vulnerados arbitrariamente por la Universidad. Las representaciones estudiantiles por primera vez en la historia del alma mater verdaderamente convocaron con éxito a los estudiantes a votar.
Más de mil estudiantes ejercieron su derecho al voto sin embargo con una posición ambigua, extraña e inconsecuente, las directivas de la Universidad cerraron las votaciones una hora antes de lo planeado porque según ellos, se presentó “una posible (cursivas mías) violación al parágrafo 2 del artículo 11 de la resolución nro.268 del 2016 el cual establece que “la votación es un acto voluntario y personal que conlleva responsabilidad y compromiso ante la comunidad Universitaria, por tanto no se acepta su delegación en cabeza de otra persona”.
¡Qué pasó! Pues que la universidad se encuentra atiborrada y sesgada por la violencia del país, esa misma violencia que en los años guarros, obligaba a que el voto fuera secreto, y era secreto no por capricho sino por obviedad política para salvaguardar la vida.
Nosotros como una generación de paz, como jóvenes citadinos que entendemos que un aspirante al Consejo Superior de la Universidad no nos va a arrebatar la vida por no votar a su gusto, ejercemos el ejercicio de la democracia con desparpajo votando en combo y riendo, y a los gritos, sin secretos y con voluntad propia. Pues decir que alguien en la Universidad de Ibagué votó por presiones y con una dominación de su voluntad, es un chiste y una historia creada de mala manera, que cae por su propio peso, por su robustez ridícula y discorde de la realidad.
¿Qué que nos preocupa? Pues que un acto que construye ciudadanía, democracia y trabajo en grupo sea devaluado porque sí. Que una vez más los estudiantes de la Universidad siendo en un orden de ideas lógico, la voz que más se deba oír sea manoseada y reducida por una decisión que comunica la Secretaría General de la Universidad.
Más que molestarse porque hoy los estudiantes estemos reclamando nuestros derechos deben sentirse ustedes, directivos, administrativos y docentes: orgullosos. Pero también retados. Retados porque queremos ser oídos de verdad, queremos unos representantes que no guarden silencio sino que en realidad hablen por nosotros. Unos estudiantes que exijan cosas elementales que quizás ustedes no vean por la comodidad de sus oficinas.
A mí, Germán Gómez, me preocupa sobremanera que la Universidad no tenga un médico, por ejemplo. Las enfermerías solo sirven para tomar la tensión y para suministrar anticonceptivos pero el día, como ya ha pasado, que se ‘maluquié’ en serio un estudiante… ¿Qué vamos a hacer? ¡Las enfermeras por ley no nos pueden recetar ni un Diclofenalco!
Pero bueno…no me aislaré del tema. La Universidad propone investigar qué pasó en la jornada electoral y entregar los resultados dos semanas después contándose el día de ayer cinco de mayo. Yo me pregunto, ¿qué pasaría si la Registraduría Nacional saliera con ese cuento en unas elecciones presidenciales?
Si no se podía prever y custodiar la legitimidad del ejercicio, se debió suspender antes y no después cuando la voz de los estudiantes ya era manifestada en clics o papeles.
Queremos respeto. Solo eso, que no seamos más los niños que ustedes jalan de la mano de aquí para allá. Queremos que ustedes crean en los jóvenes a quienes están formando.
Nosotros tenemos ideas de verdad, causas cimentadas y no tambaleantes, no crean que esta es otra de nuestras pataletas. Trátennos como a grandes con el mismo respeto con el que recibimos a nuestros invitados en nuestras instalaciones. Trátennos con el mismo respeto con el que hemos pretendido ser obedientes, usando las herramientas democráticas del voto.
¿Saben qué es lo más triste? Que más del 40 % de los jóvenes universitarios no creen en la política, en el poder del voto y ustedes con la suspensión de las elecciones, están reafirmando la consolidación de un ciudadano sin esperanza, sin ganas de creer ni en la gente ni en las instituciones. Y ustedes tan conocedores de todo, han de sabes que eso es gravísimo y que esa es la razón por la que nuestra nación sale de un orificio y cae en otro.
La abstinencia electoral en el marco de lo regional podría ser producida por la Universidad misma y eso es muy, pero muy, pero muy, triste.
Queremos soluciones miren que en el mismo reglamento de la Universidad pueden haber cositas, léanlo: “Artículo 14. Impugnaciones. Tras cada proceso de elección de representantes estudiantiles, se contará con plazo de tres días hábiles, contados a partir de la publicación del Acta de escrutinios, para la presentación de las impugnaciones a las elecciones, las cuales deberán formalizarse ante la Secretaría General, instancia que cuenta con tres días hábiles para resolverlas. De no recibirse ninguna impugnación, o tras la resolución de las mismas, se procederá con el reconocimiento oficial de los representantes elegidos”.
Construyamos Universidad juntos, ustedes lo hacen bien pero con nosotros sería mejor. ¿Nuestros representantes qué?
Por: Germán Gómez Carvajal, estudiante de Comunicación Social.