Saludamos, por necesarios y convenientes, los cambios estructurales que se acaban de adoptar al interior de la Fiscalía General de la Nación. Eran exigidos por la adopción del sistema penal acusatorio en sustitución del sistema penal inquisitivo y por el momento histórico que vive nuestro país y el nuevo enfoque de la política criminal del Estado y del ejercicio de la acción penal.
Entre tales reformas destacamos el arribo de la técnica y de las ciencias aplicadas a la investigación penal, dejando de depender, casi que exclusivamente, de la prueba testimonial, desprestigiada desde hace mucho tiempo, especialmente, en relación con los testimonios inducidos de niños y niñas en procesos por delitos sexuales y de los testimonios pagados, al amparo de recompensas no siempre legales.
La reforma estructural de la Fiscalía General de la Nación es muestra de que el ente acusador se enruta por los senderos de hacer realidad que es responsable de la carga de la prueba acerca de la responsabilidad penal de indiciados, imputados o acusados, bajo el imperio de la objetividad, la verdad y la justicia, en desarrollo de los procesos penales.
Bien por el Fiscal General de la Nación, doctor Eduardo Montealegre Lynett.
Por: Rafael Aguja Sanabria, abogado penalista, docente universitario.