Luis Carlos Rojas Garcia
Imagen: suministrada.

Colombia desde afuera

Pienso, y sé que a muchos no les va a gustar, que todas las personas en todo el mundo, deberían tener la oportunidad de salir de su país de origen.

Pienso, además, y sé que tampoco va a gustar, que todas las personas del mundo, especialmente las de mi país Colombia, deberían tener la oportunidad de venir a lugares como los del norte o más allá y probar un poco de esa maravillosa calidad de vida que, en muchos casos, aunque las apariencias digan otra cosa, se traduce en trabajar hasta que el cuerpo aguante o simplemente no aguante.

Pienso que la gente debería venir a lugares como los del norte a pagar impuestos irrisorios que más allá de ser dólares es el tiempo y la vida misma que se va con la pajita mental de que aquí no se roban los impuestos y que miren todos los beneficios que se tienen cuando ni siquiera se tiene la oportunidad, en la mayoría de los casos, de tener una atención médica de calidad o al menos oportuna.

Sí, aquí veo a esos que tanto critican el tema de los impuestos en el país, pagando lo que nunca llegaron a pagar allá. Aquí los veo enterrados hasta el cuello y no precisamente de nieve, porque eso es otro cuento.

En fin, me gustaría que toda la gente en Colombia saliera, sobre todo, los que se resisten a reconocer que se están logrando cambios significativos como llevar agua a la Guajira después de tanto escucharlos decir que eso era imposible o ver cómo le están entregando tierras a las personas que realmente las necesitan y muchas cosas más que se ven en Colombia desde afuera, para que sepan valorar lo que se tiene en el país.

En resumidas cuentas, y ya que muchos no lo ven o no lo quieren ver, debo decir que es asombroso que hoy por hoy, cuando un nativo norteamericano nos pregunta por nuestra procedencia y que después de escuchar que somos de Colombia nos diga que tenemos a un excelente presidente que ha cambiado la imagen del país y, sobre todo, que quieren conocer nuestro país porque es hermoso, no tiene precio.

Pasar de ser el país de Pablo Escobar y las drogas, al país del Petro el líder mundial y el país de la belleza, lo vale todo.

Entonces mi querido amigo y mi querida amiga, a usted que le gusta despotricar del país desde adentro o, incluso, desde afuera, aunque esté comiendo de la que sabemos, lo invito a hacer patria y a erradicar de una vez por todas tanta mala maña y desinformación.

Estoy seguro que la historia se lo recompensará porque… cada cosa que ocurre: ¡Es un hecho Sam!

Por: Luis Carlos Rojas García Kaell de Cerpa, escritor.

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