Sobre los prestamistas y su famosa gota a gota se ha dicho de todo; por supuesto los comentarios no son nada favorables para estos hombres y mujeres que queramos o no, le facilitan la vida a más de uno. Así es, si bien es cierto que la mayoría de estas personas no tienen cobro jurídico pero sí métodos efectivos, también es cierto que se han convertido en la mano derecha de las personas que no tienen la oportunidad de acceder a un crédito bancario, inclusive, se juegan la vida por prestar unos pesos.
Ahora bien, el tema con los bancos y las entidades prestamistas son cosa sería. Los abusos son peor o igual a la de los señores de la usura, y paradójicamente, hacen lo mismo que los prestamistas informales ya que también dejan en la calle a más de uno; lo que sucede es que los bancos y similares lo hacen de manera “legal”: ¡A punta de formatos, llamadas, correos y acompañamiento policial! Aunque algunas de estas empresas también tienen sus cobradores que no son para nada amables a la hora de hacer las visitas correspondientes.
¡Como sea! Esta historia poco o nada tiene que ver con los prestamistas. Esta historia tiene como intención referenciar un poco otra clase de usureros. Me refiero a los usureros que por lo general ocupan cargos públicos y también privados. Esta especie parida por la madre corrupción, se puede encontrar en instituciones educativas, alcaldías, gobernaciones, en oficinas de contratación, en hospitales y similares.
Ahora bien, ¿Cómo operan estos individuos? Es muy sencillo, un corrupto ofrece un puesto a alguien que, aunque no es corrupto, termina por corromperse. Por supuesto el tema no termina ahí, ya que estos ofrecimientos tienen algo de fondo y es que el aspirante a corrupto tiene que dar una coima mensual de su sueldo y, lógicamente, estar dispuesto a todo lo que le toque hacer por conservar su puesto.
Realmente, esta metodología de usura no es nueva; sin embargo, en los últimos años pareciera que se ha incrementado. Lógicamente, este tema sigue siendo clandestino, pero, no deja de ser engorroso que entidades de renombre tengan a varios de sus trabajadores, nombrados a dedo y con un contrato oculto que solo busca favorecer a los de siempre. Algunas de estas coimas van: desde el 10 % al 20 % y hasta más. Y no me voy a detener a hablar de la contratación de gobernaciones y alcaldías, ni de la manera como algunos gobernadores, alcaldes, concejales y demás manejan sus coimas porque eso es un secreto a voces. Tampoco voy a hablar de los contratos publicitarios que son otra forma de robar.
Lo que sí voy a decir es que esta situación es difícil de controlar, ya que nadie se va a atrever a denunciar, ni el que contrata ni el contratado ¡Estamos en el país donde el vivo vive del bobo! Además, cuando uno habla con las personas que tienen esta modalidad de contratación en donde parte de su sueldo va a parar a manos de otros, siempre tienen la misma excusa: si no son ellos, otros lo harán.
En resumidas cuentas, Colombia se sigue hundiendo en la miseria corrupta que unos y otros han formado. Los que tienen el poder y los que quieren parte del mismo continuarán revolcándose en el fango de su proceder. Por ahora seguiremos contando muertos, veremos a más personas aguantando hambre, crecerá la delincuencia ciudadana y por supuesto la política que es la peor de todas, las carencias en la educación aumentaran y como ya lo he dicho antes Colombia no será la más educada, porque a punta de formatos y contratos amañados eso nunca va a pasar. Por ahora, se seguirán cayendo los puentes y edificios y será cada vez más difícil ganarse la vida de manera honrada en un país sin memoria, en un país que es una suerte de nada y en donde la incertidumbre se aferra a cada uno de nosotros día a día.
Por: Luis Carlos Rojas García, educador, cineasta.