Aunque suene parecido, no es lo mismo. El primero está relacionado con el poder adquisitivo, los ingresos de una familia y los ciertos privilegios que se pueden dar en algunas áreas. El otro concepto es más profundo y obedece al tiempo de calidad, la plenitud, la salud física y mental de cada persona.
Según la famosa pirámide del psicólogo Abraham Maslow, no se puede hablar de calidad de vida, sin que se supla las necesidades básicas (dormir, comer, etc.) y las de seguridad (vivienda, servicios, etc.). Más arriba de la pirámide se encuentran las necesidades sociales y las de reconocimiento que terminan hoy en día siendo hasta más importantes que las primeras.
El problema aparece cuando en busca de suplir las necesidades menos vitales de la pirámide, se afectan las más importantes. Cuántas personas hoy en día en busca del reconocimiento dejan de comer bien, duermen mal y descuidan su salud. Su nivel de vida mejora, mientras disminuye su calidad.
Es cierto que algunas cosas en la vida exigen sacrificios, no obstante, la gran mayoría de personas ni siquiera entienden por qué y para qué de los mismos. Es claro que algunos quieren hacerle más fácil la vida a sus hijos y lo curioso es que les están construyendo mundos de fantasía que terminan haciéndoles más difícil su vida adulta.
El capitalismo es un modelo económico moderno, en el que aparecen conceptos como el famoso “proyecto de vida” en las últimas décadas. Fueron milenos en que la humanidad vivió de manera diferente y con expectativas muy distintas. Casi, que lo que termina siendo importante es más una imposición sistemática que una realidad.
De todas maneras, cada quién vive como quiere o mejor, como puede. El término fracaso es supremamente ambiguo y subjetivo puesto que depende de la cosmovisión y de las creencias de cada ser humano. Fracasados hay hasta con dinero, porque nunca vivieron como quisieron.
Lo importante, es que cada quien haga su introspección y trate de darle la justa medida a su vida puesto que no hay fórmulas mágicas. Una regla inequívoca es no tratar de complacer a todo el mundo (eso incluye la familia más cercana) puesto que es una puerta abierta a las frustraciones. Cada quién es responsable de su propia vida y arquitecto de su destino.
Eso sí, por su propia paz mental (necesaria para la segregación de serotonina y oxitocina) tómese su tiempo para meditar, cantar, jugar y practicar una afición. No le haga daño a nadie, no guarde rencor en su corazón y sea agradecido. De nada sirve los “éxitos” si al final su almohada es una piedra y la noche un encuentro con sus remordimientos.
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy
Editor General