Uno creería que con tanta publicidad que les hacen a los países del norte, a los de allá y de más allá con aquello del desarrollo, la calidad de vida y de los dólares y los euros, el tema de la conciencia animal está verdaderamente desarrollado.
Sin embargo, la realidad es otra y las barbaries que tanto criticamos en nuestros países de origen no es que sean muy distintas en estos lugares santificados por el mercado y la moneda de turno.
Así es, en materia de protección animal, por aquí se siguen rajando a la hora de ser evaluados, y eso, que solo hablamos de la vida silvestre porque cuando le damos una mirada a los animales domésticos la situación es realmente espantosa.
Por supuesto, en crueldad no hay quién nos gane, aquí o allá es la misma vaina; por eso no es raro que, a mediados del mes de junio, fecha elegida por la población canadiense y québecois para hacer los trasteos, acarreos, mudanzas o como quiera llamarlo en el idioma de su preferencia, cientos de personas tiran a la calle a sus mascotas o las dejan abandonadas dentro de los lugares de residencia que entregan a otros inquilinos.
En verdad es una situación bastante angustiante. Los organismos encargados de proteger a los animales prenden las alarmas y comienzan una campaña titánica para buscar hogar a los miles de animales, perro, gatos, conejos, hurones entre otros en este ciclo sin fin, ya que la historia se repite año tras año…
Para rematar es poco entendible la razón por la cual aquí permitan tener animales silvestres como mascotas. Fácilmente uno puede ir a una tienda de animales a comprar desde serpientes, hasta mamíferos que deberían estar en su habitad natural, por eso tampoco es rato encontrar este tipo de animales desahuciados.
Ahora bien, en el último mes en Montreal más de 689 mascotas fueron abandonas porque las restricciones contra los animales domésticos en las viviendas de alquiler son bastante serias y cambiar de residencia no es que sea tan sencillo que digamos:
Por esta razón la mudanza en este país es una verdadera problemática y una tortura para cientos de mascotas y animales silvestres utilizados para tal fin. Sin embargo, de eso no se quiere hablar mucho que digamos y si se habla el discurso se queda corto. En verdad, uno pensaría que con tantos bombos y platillos que les dan a países como estos la conciencia social, animal, cultural y todo lo que pueda abarcar la palabra conciencia, está realmente desarrollada, pero, lo único que vemos es a un montón de inconscientes por naturaleza.
Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.